Automatizar procesos, simplificar labores, aumentar la productividad y crear sistemas que imitan el funcionamiento humano, son algunos de los beneficios de las tecnologías digitales.
Poco a poco se han marcado el comienzo de una nueva era en el ámbito del desarrollo y no es un secreto que se han convertido en un eje transversal de las distintas esferas de la sociedad.
En este sentido, los avances tecnológicos y digitales tienen un amplio bregar en el surgimiento de aplicaciones innovadoras que ayudan a preservar el medio ambiente, pero, ¿cuánto de beneficioso o perjudicial se encierra en este binomio?
La digitalización, la nueva era.
La digitalización de procesos y documentos, ha contribuido a una disminución en el uso de papel, ayudando a la reducción de la desforestación y la huella de carbono asociada a la producción del mismo.
El teletrabajo y las reuniones virtuales han disminuido los desplazamientos diarios de personal, traduciéndose esto en reducción de gases de efecto invernadero. La eficiencia energética es otro de los beneficios, los avances digitales como sensores inteligentes y sistemas de gestión energética, pueden optimizar el uso de energía en edificios, industrias y ciudades, reduciendo las emisiones dañinas.
¿Y qué decir de la monitorización ambiental?, en este aspecto la tecnología digital es un elemento fundamental, los drones con vistas satelitales controlan aspectos como la tala indiscriminada, cambio del agua, monitorean la flora y fauna, y detectan cambios en la tierra, todo ello en función de la conservación del ecosistema.
La tecnología digital y el medio ambiente.
Con el uso adecuado de la tecnología digital se puede crear un ambiente saludable para las futuras generaciones sin dejar de disfrutar de las comodidades modernas.
Pero estos avances, igualmente acarrean impactos negativos por el consumo excesivo de recursos naturales para la producción de dispositivos electrónicos, y la generación de desechos que contienen sustancias tóxicas como el plomo, mercurio y arsénico, que pueden filtrase en el subsuelo.
Desde la fabricación, hasta el uso y desecho de los dispositivos, cada etapa del ciclo de vida de la tecnología digital tiene una huella de carbono significativa que contribuye al cambio climático. La energía que se necesita para alimentar servidores, centros de datos y dispositivos, favorece la emisión de gases invernaderos que conllevan al calentamiento global.
Además, la fabricación de componentes electrónicos es otra arista que involucra procesos industriales intensivos que evidentemente afectan la calidad del aire. El agua es otro factor que se ve afectado por la disposición inadecuada de estos residuos.
La tecnología digital: lo positivo y negativo de su uso.
Es aquí, donde debemos reflexionar cuanto nos aporta la tecnología digital y a la vez, cuanto nos perjudica. Su relación e interacción directa y constante con el medio ambiente es indudable. Somos artífices de progresos positivos, sin embargo, ¿somos conscientes de las consecuencias de su mal manejo?
Es preocupante pensar en un mundo que no sea capaz de utilizar de manera efectiva la tecnología digital que se nos pone a la mano y que evoluciona paulatinamente. Los avances en esta esfera encierran en sí mismos, factores positivos y negativos a la vez. Urge utilizar la tecnología digital de manera responsable.
Es importante a mi consideración, realizar investigaciones profundas que valoren hacia qué lugar se inclina la balanza, y cómo transformar el presente hacia un futuro que avizora un planeta aún más moderno.