José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero. Pedagogo y filósofo. Considerado maestro por excelencia y formador de conciencias que engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana. Escribió artículos en las publicaciones de su época, libros de texto, realizó traducciones, y compuso discursos. Su obra más sorprendente fue “Aforismos” notas breves que fue escribiendo durante su vida, datos y observaciones relacionados con todo lo que le llamaba la atención, Pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos.
Como educador, para muchos su actividad más destacada, desempeñó el cargo de Director del Colegio de San Cristóbal, en el cual solicitó licencia para inaugurar una Cátedra de Química, y ofreció un curso de Filosofía, entre 1834 y 1835. Fundó el Colegio del Salvador, en enero de 1848, reconocido en aquellos momentos por la implantación de métodos modernos de enseñanza, en el que puso a disposición de alumnos y profesores su biblioteca particular; allí se impartieron clases especiales de Filosofía, Alemán y Latín a los alumnos más destacados, se procuró incluir lo más avanzado en materia de ciencia con la utilización de métodos modernos de investigación, y se intentó infundir a sus discípulos un sentido de elevación humana.
El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos. En ambos colegios publicó folletos anuales con los exámenes generales. Presentó, además, un proyecto para la creación de un Instituto cubano, especie de escuela práctica de ciencias que no pudo convertir en realidad. Su concepción pedagógica consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo, era también el único verdaderamente analítico y que podía denominarse científico.
Pensamiento
Su concepción del pensamiento progresista europeo de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, se relacionaba en lo esencial con pensadores de la talla filosófica de Descartes, Bacon, Newton, Locke, el iluminismo francés, en general, y Condillac, en particular. Varias polémicas filosóficas lo tuvieron como protagonista, frente a figuras de la talla de Domingo del Monte, el Presbítero Francisco Ruiz, Manuel Costales y los hermanos Manuel y José Zacarías González del Valle. Con Pedro Alejandro Auber polemizó también sobre problemas de Matemáticas (1832-1833).
Labor literaria
Durante las décadas de 1840 y 1850 colaboró en diversas publicaciones periódicas como el Faro Industrial de La Habana (1844) y la Revista de La Habana (1853–1854). Fue Socio Correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, a partir de 1841