No quiero que exista pero, existe. No quisiera ni mencionarlo pero, su visibilidad no se puede ignorar. Se trata del feminicidio, esa palabra que rompe la tranquilidad, que asusta y nos hace repensar una y otra vez ¿por qué?
Según la Real Academia Española feminicidio es Asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia. Sencillamente, teniendo en cuenta ese concepto, no podemos decir que no existe en nuestro país.
El delito de feminicidio es un comportamiento ilícito que viene sucediendo desde el momento en que se inició el mundo y el hombre tuvo conciencia de lo que implicaba tener el control y el poder sobre los seres humanos. Esta figura delictiva tiene como principal característica la violencia de género hacia la mujer.
Ante la ausencia de datos estadísticos sobre este flagelo, preciso la referencia de la Red Femenina de Cuba, que señala se registró 32 feminicidios en el 2022 y en lo que va de 2023, el más reciente asesinato, de la menor Leydis Bacallao en Camagüey suma cinco, hecho que de manera muy escueta informó oficialmente una nota del Ministerio del Interior
No se puede desconocer esta realidad; que una mujer sea maltratada, que desaparezca y después resulte muerta no es un hecho más, es un acto de violencia de género que lamentablemente ocurre en nuestra sociedad.
Para violentos, abusadores, violadores y pedófilos urgen sanciones más severas, valdría la pena revisar los protocolos y por ejemplo, no dilatar la búsqueda de alguien que está desaparecido, porque haya que esperar las tantas horas contempladas para asumir la desaparición y que las fuerzas competentes emprendan la búsqueda, ser inmediato siempre marcará ventaja ante lo que puede ser lamentable.
Es preciso conocer más de violencia de género, es preciso saber qué hacer ante cualquier tipo de violencia, dónde buscar ayuda, es imperioso poner freno a un mal que deja las peores huellas y generalmente la muerte.
No se puede ser indiferente ante esta realidad, ¿Qué nos duele y no queremos que suceda? Es verdad. Nos cuesta reconocer que la tranquilidad ciudadana es sofocada por maltratadores pero, urge revisar todo, y no creo que las comparaciones con altos índices de feminicidio en otros países nos devuelvan somera calma o consuelo. ¡NO!
No se trata de cifras, se trata de vidas, se trata de un flagelo que nos golpea, se trata de unir saberes, voluntades y cerrar el paso a quienes deciden poner fin a la existencia de alguien, como si alguien fuera una simple cosa que les pertenece.
Considero es vital que tanto la familia como la escuela fomenten desde edades tempranas el respeto, la no violencia, que sean capaces de forjar a niñas que nunca admitan ser violentadas y a niños que jamás sean violentos ni violadores.
Los medios de comunicación también tenemos la responsabilidad de no silenciar esta realidad, y más allá de cualquier campaña contra todo tipo de violencia, traer siempre de la manera más clara el tema para que abunde la información y cada quien encuentre conocimiento en nuestros productos comunicativos.
El silencio muchas veces puede ser un grito, admitir el feminicidio asusta pero ignorarlo, o callar esa realidad puede ser también fatal.