Las palabras se juntan estos días en férrea lucha por mayores adjetivos. Y es que resultan escasos para esa pretensión de distinguir a Fidel, pues más allá del odio visceral de algunos, está la admiración de millones de seres humanos que insisten en tintar estos días con lo más pulcro para describirle
Cada quien tiene su referencia y la manera de hacerlo cercano, en mi caso me decido por el Fidel periodista que conocí, ese agudo gestor de la expresión diáfana, pensador de alcance infinito y dueño de la oratoria sin fin.
En cierta ocasión durante una de las sesiones del séptimo congreso de la UPEC le escuché decir que esta profesión le gustaba, evidente su estima al periodismo, evidente su apego a la enseñanza martiana, la misma que dejó a la posteridad la importancia de la prensa, desde la concepción de José Martí al crear periódico Patria.
Patria somos todos los que desde cualquier ángulo defendemos la justicia y la razón, los que a fuerza de ideas emprendemos cada jornada con la premisa de construir desde el sitio donde estamos los caminos necesarios para mejorar el mundo.
Pienso entonces, una y otra vez, en aquel joven abogado, que asumió la oratoria más que para estar en el estrado en el que pudo ejercer la abogacía, para estar en ese perenne compromiso con el ejercicio del criterio y la razón, con verbos despojados de adornos, sin ataduras para complacer a algunos solo a la causa de la verdad.
Me resisto a hablar de su muerte, su impronta habita en cada espacio de esta tierra que lo supo el mejor de sus hijos, no mueren aquellos que iluminan con luz propia.
Avanza hacia Santiago de Cuba en una caravana que recibe el respeto y la admiración de todos, a su paso la conmoción de un pueblo que lo llora y se resiste a despedirlo, más ofrece su cariño a merced de la tristeza que se hospeda en cada rincón de este archipiélago.
Avanza la caravana cual nítido simbolismo que muestra el paso triunfal de un guerrero, un gladiador que fue hasta el últimos de sus días el mejor estratega, porque emprendió el camino a la eternidad en fecha abrazada a la historia.
Ya les decía las palabras se juntan en férrea lucha por mayores adjetivos. Y es que resultan escasos para esa pretensión de distinguir a Fidel.