Este día y todos para los que saben querer

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La infancia es esa etapa hermosa de descubrimientos que alegra la vida de aquellos que la pueden contemplar desde la paz y el bienestar, nada mejor que ver la sonrisa de un niño, la fantasía que los asiste y esa inocencia que los hace sublimes.

En un mundo tan urgido de mejoras, donde habitan las guerras, el odio y la inequidad florece la esperanza, esa perspectiva casi utópica, que señala que la paz es necesaria para que niños y niñas nazcan y crezcan sanos y felices.

Este 20 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Infancia, efeméride que responde a la recomendación de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1954para destinar un día a fomentar la fraternidad entre niños y niñas del mundo, y promover su bienestar con actividades sociales y culturales.

Pero desde mi punto de vista, todos los días son muy oportunos para celebrar la existencia de “esos locos bajitos” como les canta Joan Manuel Serrat, todos los días son imprescindibles para hacer hasta lo imposible por ellos, para que no sufran penurias, para que no nazcan signados con el estigma de la pobreza y la inseguridad, para que no padezcan el desenfreno de la guerra.

Desde esta isla nuestra, donde a diario se multiplican voluntades para que niños y niñas cuenten con todas las garantías para su sano desarrollo, se empina esa máxima martiana que alude al sentir propio y expresa: Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo.

Óbrese siempre de la mejor manera en la formación de niños y niñas, dispongamos amor y tiempo para inculcarles valores, cumplan todos con el deber supremo de estar presentes en sus vidas como celosos guardianes de un preciado tesoro, hagamos pulcro el camino que les corresponde desde el mejor ejemplo, desde el apoyo certero para custodiar por siempre su felicidad.

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