El profesor Martín, una persona especial

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El profesor Martín es de esas personas que basta conocerlas y desde la primera vez se quiere, en él más allá del buen educador que es habita un gran ser humano, de esos que resultan imprescindibles y que cada quien quisiera tener como amigo.

Más de 40 años dedicados al magisterio cuentan de su pasión por el arte de enseñar, de su compromiso sin límites con los alumnos a los cuales siempre dedica su tiempo y también sus consejos, pues como bien dice el deber de un educador no es solo enseñar una asignatura es también formar, salvar, comprender, escuchar, ayudar.

En la secundaria Antonio José Oviedo donde se desempeña es vital, en cuanta actividad se realiza está presente; el entusiasmo es una de las características que lo distingue, de ahí que, si es preciso convertirse en personaje, lo asume con soberana alegría.

El profe Martín no sabe lo que es estar fuera de esos espacios que conforman la escuela, él es de los que encuentra en su centro de labor y su profesión un sano orgullo que defiende a toda costa, porque alega que cuando al magisterio se llega por amor es para toda la vida.

Cuando se escriba sobre los docentes de San José de las Lajas es obligado tener en cuenta al profesor Martín Benítez, un hombre que desde la humildad misma ha sabido atesorar una gran fortuna, esa que constituye la ejemplaridad y el regocijo de ser un maestro cabal, merecedor de tantísimos reconocimientos, pero del más importante: el respeto y cariño de los estudiantes.

Cuando hablo del profe Martín, siempre lo reconozco como “gente medicina”, y me remito a un poema hermoso del venezolano Lalo Yaha:

“Hay gente medicina, gente que tiene en sus brazos un bálsamo que calma los dolores gente cuya voz tranquiliza a los demonios y trae de regreso la esperanza con solo una palmada.”

 

 

 

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