Hasta las relaciones interpersonales sufren en estos tiempos de pandemia, el amor entre los seres se afecta cuando la Covid arrecia su ataque contra la humanidad y cada día demanda extremar las restricciones para evitar el contagio, lo que exige privarse de muchas costumbres que siempre estuvieron en el diario quehacer.
Por mucho que se haga para equilibrar la existencia la vida se muestra limitada por una prioridad que no existía. Mantener el control higiénico para prevenir el contagio es imprescindible y ello implica poner distancia al afecto, como única probabilidad de escapar de amenaza tan peligrosa.
Las tendencias se dividen entre los que consideran que el amor ha disminuido a causa de la distancia y los que piensan lo contrario. En realidad el momento demanda juicio suficiente ante cada operación humana y es cierto que los sentimientos sufren también las limitaciones.
Por segunda vez el catorce de febrero fue acogido con un modo distinto de celebraciones. Si tradicionalmente ese día la alegría se desborda y se da rienda suelta al cariño y al contacto interpersonal, ya por segunda ocasión ese gesto ha chocado con los límites.
Por eso se ratifica la necesidad de mantener la calma y la cordura a la espera de la solución en manos de la ciencia con la vacuna salvadora. Por eso es necesario también el cuidado extremo para esperar despiertos la solución definitiva y volver a las celebraciones, los abrazos y al amor que sostiene la vida.