Dora Alonso, caudal de sencillez y transparencia

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Quien hace del acto solitario de la escritura una ofrenda plural en el libro, nace como los héroes una vez cada cien años. El 22 de diciembre de 1910, en el antiguo pueblo matancero de Recreo vio la luz Dora Alonso.

Es la suerte que le conceden la narrativa, la poesía y el teatro. La obra de Dora Alonso carece de edades definidas, aunque reconocerle su trabajo para los niños es un consenso humano natural.

Pelusín del Monte no envejece, ni se desfasa tampoco, para colorearles la infancia a tantas generaciones de cubanos, aunque a decir verdad, es la autora cubana de títulos para niños más traducida  y más publicada en el extranjero.

Entre sus piezas memorables, también llevadas a las tablas con un alto sentido de la sencillez y transparencia están: Pelusín, Espantajo y Doña Abeja.

Las aventuras de Guille y El Cochero Azul, signan la narrativa para un público tan agradecido, noble y exigente. La flauta de chocolate y El grillo caminante calcan en símbolos un viaje al sol del sujeto lírico.

Ahora y en todos los tiempos, Dora Alonso expone una obra para adultos que se conjuga en decoro. Sus radionovelas son pautas a las cuales el tiempo jamás podrá vencer. En las imágenes del sonido ofrece la autora un universo entre monte y cielo de lo que siempre será una tierra brava. 

En cada creación suya aparece una artista al servicio de la justicia, del amor en perenne lucha. A 105 años de su nacimiento, vuelve Dora Alonso tan querida y recordada.

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