La décima, para la literatura cubana, es algo más que una estrofa literaria. Constituye, sin dudas, un signo de identidad.
Hay modos expresivos del arte y la literatura que conforman el gesto de una nación, la peculiaridad de su voz, la manera en que sus habitantes construyen su historia.
Para los cubanos, la música es la que mejor nos define, por el significado de este lenguaje artístico en la definición de nuestro ser nacional.
En la actualidad, la décima ocupa un lugar de privilegio en la Cultura cubana, pues desde los orígenes de la nación esta estrofa es el modo de expresión literaria preferido por los poetas populares y el único usado por los improvisadores.
Quizás sea en el dominio de lo popular, y de preferencia en la tradición campesina, donde la significación de la décima sea mayor, aunque no está presente solo en ese ámbito. Por ejemplo, la espinela es una presencia viva en la obra escrita de los mejores poetas cubanos de todos los tiempos; es una de las formas de versificación usada con frecuencia por trovadores y compositores musicales, inmortalizada en sones, boleros, guajiras y en las más diversas formas de la cancionística cubana, sin excluir las modalidades del complejo de la rumba.
Si asaltase la duda de que la décima forma parte de nuestra identidad cultural, debemos recordar que para el cubano común esta constituye su principal recurso poético cuando siente la necesidad de expresar cualquier sentimiento.
Uno de nuestros máximos exponentes de la décima, es Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí y en homenaje a su obra el 30 de Septiembre se celebra el Día de la Décima Hispanoamericana, efeméride establecida en 1998, por acuerdo del Sexto Encuentro del Festival de la Décima y el Verso Improvisado con sede en la universidad de Las Palmas de Gran Canaria.