Hasta hace poco las nueve de la noche marcaba en la Mayor de las Antillas la tradicional Hora del Cañonazo en El Morro, sin embargo hoy miles de cubanos en San José de las Lajas, Mayabeque y toda la nación se unen a esa hora, pero en este caso con el deseo de tributar un gran aplauso en reconocimiento al personal de la salud.
La mayoría de ellos luchan contra la muerte en todos los centros asistenciales dela nación, mientras otros lo hacen fuera de nuestras fronteras en más de 60 países en las más increíbles condiciones.
La epidemia de covid-19 ataca sin piedad en todo el mundo y colapsan las fuerzas por diferentes causas;sin embargo a pesar de las limitaciones materiales y las concepciones de la medicina en cada latitud, siempre hay un medico valioso y una enfermera arriesgada, dispuestos a asumir el deber sin anteponer los beneficios personales a la prestación de su servicio.
Cada día una historia increíble ve la luz, donde la lucha por la vida acapara toda la atención sin otra alternativa, sabiendo que rendirse no está entre las opciones.
La humanidad de hoy ha ido adquiriendo una convicción que, tal vez hasta ahora no existía o esperaba en reposo esta prueba suprema, para que cada noche la disposición vaya ganando a la indiferencia. Tal vez ya sean más los que comprenden que en esta lucha estamos todos y que la prudencia es de las mejores armas.
No solo es la batalla entre el médico arriesgado contra el virus intruso. Los humanos sabemos que el personal de la salud siempre será fiel a la misión y la mayoría ya comprende que contra la pandemia tenemos como vacuna más segura la disciplina y la conducta. Por eso cada día aumenta el número de manos para el aplauso merecido.
Con disciplina hemos de escuchar el llamado a la cordura,y en la conducta agradecida, incluimos el aplauso, para esos que sin ver apenas el rostro del paciente, ponen su empeño en cada proceder para salir airosos.
Aplausos que llegarán al alma de aquellos que en el día salieron aliviados de haber contribuido al rescate, aplauso para quien tuvo la valentía de aliviar el dolor hasta el final, a pesar de un fracaso.
Razones por las que va cambiando el antiguo motivo de las nueve en el Morro para que lleguen a todas partes y desde toda Cuba los millones de mensajes de agradecimiento, sumando las manos del aplauso infinito por las vidas ganadas para seguir venciendo.