Cultura del ahorro frente al despilfarro

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La cultura del ahorro debiera ser para los humanos una práctica bien incorporada a la conducta individual por lo que su resultado favorece el bienestar de las personas al obtener más provecho del bien que se posee. Sin embargo no siempre es así.

Muchos olvidan que la satisfacción de necesidades siempre implicará un gasto de recursos de acuerdo a la naturaleza de la demanda en cuestión, y por tanto una oscilación en la economía del necesitado cada vez que se hace efectivo algún consumo.

Responder adecuadamente a una necesidad no significa gastar más de lo prudente, pues en ese caso estaremos traspasando el límite adecuado y entrando en la mala práctica del despilfarro, pues no es lo mismo satisfacción que derroche.

Por eso el  ahorro debiera ser, desde esta concepción, una práctica universal. Sin embargo mientras los más poderosos tiran la puerta por la ventana, entre los que menos recursos poseen, ahorrar se convierte en necesidad vital.

Si la humanidad no hubiera sido tan despiadada en el derroche de recursos, la situación del planeta no fuera tan precaria y viviera en ese mundo mejor  que hoy se añora.

Países e individuos de menos recursos  se ven aplastados por el exceso ajeno y por tanto mientras unos botan otros carecen.

Para Cuba el ahorro se convirtió en una obligación, desde que fue obligada por el poder desmedido del imperio a vivir prácticamente de la nada. Por medio del chantaje se prohíbe el intercambio económico con otros países  y en consecuencia se entorpece el desarrollo.

Por eso el cubano, tiene en el ahorro la mayor riqueza para poder sacar a lo poco que se posee el máximo provecho en todos los sectores, pues se sabe que por ejemplo, ahorrando electricidad se protege la reserva de combustible fósil, renglón decisivo para la vitalidad de la nación y su cadena productiva.

Las materias primas también hay que usarlas con racionalidad por las dificultades de obtención debido al bloqueo económico y por tanto tampoco se pueden desperdiciar.

Por todas estas razones, cada día se apela a la conciencia individual y al control en las entidades, para enfrentar con el ahorro el despilfarro desde el hogar hasta la empresa, porque el derroche afecta lo mismo la economía familiar que la de las entidades y de nada vale carecer por haber gastado en vano los recursos.

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