Pero mayor fue mi asombro al descubrir por internet que este evento era protagonizado por hombres o mejor dicho suicidas que colina abajo recorían 200 metros tras un queso gigante de casi cuatro kilogramos.
Aunque la mecánica de esta competición es muy sencilla no deja de ser peligrosa pues al hacer rodar loma abajo un queso que alcanza velocidades insospechadas, ese centenar de personas a la captura de la preciada pieza no pueden impedir los inevitables tropezones, las caídas e incluso rodar por la ladera unos metros.
Al observar algunas fotos es imposible no alarmarse, esa es una carrera de vida o muerte. La colina Cooper es extremadamente inclinada y al correr en ella es muy fácil perder el equilibrio y preguntarse después quién es el objeto rodante el queso o el corredor.
Es difícil creer que este evento tenga más de 200 años de historia y que en cada una de sus ediciones al menos 30 personas terminaron lastimadas solo por capturar un queso, pieza que constituye el trofeo del desafío, lo insólito es que por motivos de seguridad en los años 2010 y 2011 se suspendieron pero los pobladores en nombre de la tradición organizaron eventos alternativos sin respaldo sanitario.
En mi opinión esta competición no es una manera sana de competir, ya que en el deporte moderno, así como en actividades recreativas los primeros es la integridad física de los competidores.