Camilo Cienfuegos, siempre presente

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Tal vez porque su sonrisa es eterna, porque las anécdotas signan al hombre joven, intrépido, leal y afable, porque en sí mismo está la esencia del pueblo. Tal vez por eso y por muchas razones Camilo renace cada 28 de octubre, más allá de la muerte.

Muchas veces me sorprendo en la inconformidad de describir a los héroes solo por la tamaña estatura que autentica su lugar en la historia. Defiendo describirlos como los seres humanos que fueron, con la sensibilidad a prueba, con esa impronta que nos llega desde su mirada o sonrisa, con las anécdotas que los reconocen apasionados, quisquillosos, divertidos, pero fieros a la hora de defender la justicia.

De Camilo llegan con inmensa claridad su humildad, su bravura, la jocosidad, el sentido del deber y la amistad. La historia lo acoge con la frescura de la mocedad y los relatos que lo describen corajudo y sensible, leal y honesto.

Esta vez no llevaré flores al mar como de costumbre. Decido honrarlo con mi hacer, con la lealtad a mi oficio, con la capacidad de sonreír aún ante las mayores dificultades, con la certeza de que Cuba es la madre que nos anima y conmueve a seguir haciendo caminos por el bien de todos.

Una nueva batalla nos sabe hoy en tenaz enfrentamiento a un enemigo silencioso que atenta contra la existencia. Por esa razón no llegarán esta vez en multitud las flores que sorprenderán al mar para tributar honores al héroe de Yaguajay, pero sí el homenaje perpetuo a quien ganó un lugar en la eternidad.

Camilo Cienfuegos llegará cada día para instarnos a seguir adelante. Desde la espontaneidad y la pasión que le caracterizaron asomarán su eterna sonrisa y la inquebrantable fidelidad, el amor a esta tierra que nos vio nacer y hoy nos convida a pensar como país.

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