Nada puede apagar la saga maceísta en el recuerdo de los suyos. Ni siquiera el paso constrictor de 125 años. A cada rato se verifica el destello de alguna de las 46 versiones, cubanas y españolas, de la muerte del Titán. Duro día aquel lunes 7 de diciembre de 1896, en que todo pareció sucumbir ante la caída del héroe en una escaramuza.
No está mal exponer el costado humano de los grandes, aunque a menudo se hace para significar únicamente sus defectos. Así y todo, no es verdad que Antonio Maceo fuera sorprendido en la casa de una campesina, en un lance amatorio como todavía un segmento de oralidad sostiene.
El origen estaría en las propias crónicas de José Miró Argenter. ¿Qué aparece en esas páginas? En el avance invasor hacia lo más occidental de Vuelta Abajo, una joven de Punta Brava le regaló una bufanda tejida a Antonio Maceo. De regreso por esa comarca, el General pensó en la posibilidad de reencontrarse con la muchacha. “¿No será su cumpleaños?”, más o menos le preguntó a Miró Argenter, quien le recordó que su nombre era Margarita y no Concepción, cuya celebración es el 8 de diciembre. Parece que Maceo concibió esa idea, por qué negarlo, pero jamás la concretó. Y mucho menos comprometió sus planes ni su propio destino, por una cita que nunca ocurrió.
Hasta donde se sabe, pensaba atacar la noche de aquel lunes 7 de diciembre de 1896 a Marianao, para confirmarle al Capitán General Valeriano Weyler su presencia en las cercanías de La Habana. Sobre aquel combate, existen muchos estudios y acercamientos para explicarnos la caída de Maceo, aunque la mayor razón siempre será que como los grandes, iba al frente de sus compañeros.
Y aún resuena en nuestros días la teoría de la traición. En su libro Tras el rastro del silencio, publicado por la Casa Editora Abril, el investigador y periodista Emilio Herrera se encargó de desmontar el infundio. El propio médico personal de Maceo, Máximo Zertucha Ojeda, solicitó que una corte marcial lo juzgase ante las tantas acusaciones en su contra. Y desde 1898, el hombre de Melena del Sur fue absuelto y declarado inocente.
El profesor Eduardo Vázquez suele recordar la presencia de la Purísima Concepción en aquellos sucesos de hace 125 años. La Purísima Concepción es la santa patrona del ejército español, el que disparó la bala que derribó al General Antonio. Su día, como decíamos antes, es el 8 de diciembre, cuando fue enterrado. El hecho ocurrió en la finca Purísima Concepción, del barrio San Pedro en Punta Brava. Y cuando se construyó el Parque Maceo de La Habana, quedó exactamente frente a la iglesia de la Inmaculada Concepción.
Al recordarlo, resulta inevitable volver al papel de las personalidades en la historia. No son pocos los que se aventuran en afirmar que de haber sobrevivido, muchas cosas en Cuba serían diferentes. Así y todo, su caída en combate remonta límites de siglos, constituye siembra en los libros y en la memoria, para cosechar la intensa rebeldía de los cubanos, la dignidad de millones que aún sedimenta en la propia fuente de su cultura.