José Martí expresó: “El sol quema con la misma luz con que ilumina. El sol tiene manchas. Los desagradecidos hablan de sus manchas. Los agradecidos hablan de su luz”.
Y el acontecimiento de este domingo certificó cuánto hay de desmemoria en algunas personas de nuestro pueblo. Es tan difícil ver la parte vacía de la copa y no la parte llena, que rotundamente afirmo que mucho nos queda por librar en la batalla cultural propuesta por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro.
Pertenezco a la generación de cubanos nacidos bajo el bloqueo. Tengo las mismas precariedades materiales que el resto de los cubanos; pero vibra muy dentro el concepto de nación que es preciso defender a cualquier precio.
Nadie ha dicho que esta Revolución es perfecta; pero sí perfectible, sobre todo si cada uno de los que vivimos en esta isla, trabajamos por ella.
Enfrentamos a diario problemas, irresponsabilidades, actitudes negligentes; y el llamado es a hacerles frente todos los días. La casa propia no se regala. Se defiende desde dentro. Y este domingo fui testigo de un acto donde la mayoría de sus participantes carecen de un basamento cultural y político; para no significar cuántos se unían al tumulto como si fuera una fiesta.
En el día de ayer, Cuba reportó 6923 casos diagnosticados con COVID-19 y 47 fallecidos y el llamado es quedarse en casa para evitar un aumento en el número de contagiados.
No solo en el orden económico, psicológicamente también estamos afectados. La situación de la pandemia se ha extendido en el tiempo y esto arroja una desestabilización emocional; pero el rumbo en este largo camino no se puede perder. A la madre no se traiciona; entonces no podemos fallarle a la Patria.
