¿A dónde vamos a parar?

0
452

Anda el 2022 rebasando más de la  mitad del mes de enero, que ahorita como decimos en buen cubano, se va  de jonrón.

Ante esa manera que tiene el tiempo de sorprendernos, es necesario desentrañar nuestros desafíos, precisar las metas para estar claros del rumbo que cada quien tiene en los 11 meses y medio que nos separan del 2023, a donde debemos llegar con mejor situación que la que hoy tenemos, porque eso sí, que cunda el optimismo y desde cada persona la voluntad de construir, sumar y multiplicar por el bien.

Se impone para que así sea,  que primen la organización, la creatividad, la disciplina y la razón, todos como eslabones que sellen con la unidad, siempre imprescindible y vital.

El bloqueo  tal como la Covid-19 es otra pandemia, fustiga hasta dejarnos casi sin aliento y de ello podemos dar cuentas unas cuantas generaciones de cubanas y cubanos que nacimos con esa mala letra que no merecemos pero, hay otra pandemia que va a la par de la Covid y del Bloqueo.

Es esa oleada desesperada de la fiebre por el dinero, manifiesto en esos precios que estropean el rostro de los que trabajan y ganan un salario pero, la cuenta no les da cuando enfrentan el desorbitante desatino de los vendedores ambulantes y de los comerciantes de nuevo tipo.

Hasta el culantro hoy día ha subido el precio, o mejor dicho le han subido el precio; las hortalizas, las viandas, las escasísimas frutas, porque para hablar claro, desde cuando no se ven naranjas, toronjas, mandarinas, guanábanas, chirimoyas, nísperos, bueno, eso es harina de otro costal. Hoy cuando tropiezas con una fruta bomba, es puramente “una bomba” cuando escuchas lo que debes de pagar si la quieres consumir.

El transporte, no ha cambiado su status, lo que sí ha cambiado es el precio de los carros que van desde San José de las Lajas hacia La Habana y otras partes, todo como para quedarse en casa.

Los bicitaxis son otra historia. Ellos están especializados en el alpinismo, cada vez que pestañean suben sus tarifas eminentemente personales, y ya sabes, si no quieres, no lo alquiles, a fin de cuentas ellos dicen que el precio va por ellos.

Anda enero corriendo de prisa, y toca centrar todo los esfuerzos para respirar profundo y aire puro;  en esa pretensión que metafóricamente alude al progreso, al avance que añoramos, en ello va la consagración de todos, va la razón por delante.

No se trata de empujar un almendrón, se trata de hacer un mejor país, esta isla nuestra donde el aporte de todos cuenta. Del cielo solo la lluvia, lo demás viene de la entrega, de la disciplina, de la conciencia, de saber escucharnos, no solo para saber cuánto se necesita sino también cuánto de buenas ideas hay por ahí  que pueden favorecer a todos.

Estos tiempos que vivimos, donde una pandemia como la Covid nos ha estremecido, asustado, enlutado y entristecido, demuestra cuán vulnerables somos pero, también tristemente revela como unos se aprovechan de las necesidades de otros, y eso puede llevar mil nombres pero hay uno del que no escapa, desfachatez.

Es duro saber que todavía ante la carencia de medicamentos en farmacia, algunos aparecen con precios que casi tocan la luna, que los alquileres van sin freno hacia arriba y un garaje que inicialmente costó 500 pesos, subió a 650 y hoy está en 800; ¿A dónde vamos a parar, si algunos, aunque casi pisoteen el culantro todos los días y no precisan de fertilizantes ni otra cosa, se “ponen” a la moda y cobran lo que les venga en gana?

Duele como cada quien argumenta que tiene que vivir y si la cebolla subió el precio, pues el que vende rosquitas también, y el que vende viandas las propone caras porque el que vende pisas subió el precio, y el que en una cafetería te vendía maltas caras , pues hoy las vende súper caras porque el que vende ajos disparó sus precios y el bicitaxero te dice que cobra más caro su servicio porque las gomas subieron, y así tristemente se funde una cadena, que responde a las carencias, a las necesidades, a ese fenómeno que se llama inflación, pero también a otro durísimo que se llama insensibilidad.

Como dice Silvio en una de sus canciones, seamos un tilín mejores y menos egoístas. Este tiempo requiere de mucho amor y altruismo, de mucha voluntad y coraje, seamos entonces la vanguardia en hacer el bien con  todos y para el bien de todos.

¿Qué cuánto puede durar la inflación?. No lo sé, pero debe pasar, la economía debe recuperarse, lo que de verdad no sé si se recupere es la conciencia de los que hoy justifican sus decisiones con el abrumador signo del dinero, ese que marca la diferencia de bolsillo pero también la del decoro de unos cuantos.

 

 

5/5 - (4 votos)

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Nombre