Se agota diciembre, va cuesta abajo un año que ha resultado tenso, pero también un medidor de nuestras fortalezas; en este período que estamos a punto de despedir también cuenta la experiencia ganada, siempre imprescindible.
12 meses recorridos cuentan de nuestro desempeño, logros y desaciertos, sucesos que marcaron nuestras vidas para hacernos más fuertes en este camino que a diario compartimos con compañeros de labor, familiares y amigos.
Cuando llegan estos días, el ambiente cambia, hasta la temperatura nos bautiza con días frescos, algunos tan frescos que nos obligan a tomar abrigos y bufandas y, por otra parte, están los preparativos de esa cena de cierre de año, ese 31 de diciembre que trae de todo.
Y digo de todo, porque desde los buñuelos y otros dulces que se acostumbra a elaborar para ese día, el plato típico que esta vez no será tan típico y sí modificado, por el elevado precio de la carne de cerdo, hasta las tradiciones destinadas al último día de diciembre.
El cubo con agua reservado por las 11 y 59 pasado meridiano y que un minuto más tarde se vierte fuera de la casa, como para espantar lo malo y recibir con más pureza el nuevo año, el pequeño recorrido con una maleta para augurar un viaje y la quema del muñeco de trapo que representa el año que se va, en ese afán de dejar muy lejos lo que no resultó.
Todo ello es parte de cuanto reservamos para ese día en que sellamos una etapa, no exenta de dificultades, marcada por el éxodo de muchos que deciden por otro rumbo para sus vidas, pero también por algo que nos distingue y es la alegría, que a pesar de los pesares es muy nuestra.
2024 resulta un desafío, el cual nos insta desde ya a crecer; crecer ante esa realidad que conocemos y no es fácil, pero requiere de nuestra entrega, de la resiliencia, la sinergia y la voluntad, del altruismo, de la esperanza que debemos alentar y del amor.
2024 será otro año en el que pondremos a prueba nuestras fuerzas, también nuestros sueños por hacer un mejor país, cuya prosperidad no sea una quimera y sí una vía de desarrollo que podamos constatar y disfrutar.
2024 desde ya implica que seamos mejores personas, en las que aniden la bondad, la comprensión, el respeto al semejante, la sensibilidad, la disciplina, la responsabilidad y por encima de todo el amor.
2024 implica que no demos cobija al resentimiento, la hipocresía, la envidia, el desinterés, la intolerancia, el egoísmo ni la maldad; implica que seamos mejores personas, de buen corazón, en ello estriba también la fuerza para enfrentar una nueva etapa en la cual podamos tener el recaudo de mejores resultados porque, nos lo merecemos.
Se agota diciembre, va cuesta abajo un año que ha resultado tenso, pero, a pesar de todos, aun cuando en su último día resulten inevitables sillas vacías a la mesa y la nostalgia aparezca para hacer galas de su poderío, nos queda el desafío de sonreír por la esperanza y la perspectiva de construir la felicidad.
No perdamos la oportunidad de sepultar lo que nos resta para ser una persona de bien, acojamos la armonía, hagamos desde ya planes personales con la certeza de cumplirlos y amemos con intensidad porque la vida y cada uno de nosotros lo meremos.