Un sustantivo inmenso: Mujer

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Este octavo día de marzo se hace luz en todo el mundo para reconocer a las mujeres. La efeméride encuentra en la mayor de las Antillas la historia misma de protagonistas que inscribieron con su hacer páginas inolvidables, en las que arrojo y ternura se funden, voluntad y perseverancia se entrelazan para fundar y hacer caminos.

De la pureza de una flor nace el aroma perfecto que descubre la luz con su andar. Ella parece levitar ante tempestades y no deja de sorprender con la victoria en la batalla contra el tiempo, por sus derechos, por su emancipación por todos.

La gracia lleva por bautizo, su nombre: mujer; ser carnal hecho cielo para ser evangelio vivo. Ella es quien se levanta en la mañana para dar los buenos días al sol, la madre amorosa, paciente, consagrada; la esposa infiel a la rutina, sensible al amor.

Ella es la ama de casa, diligente, esmerada, afanosa. Escobillón en una mano, voluntad en la otra. Ella, quien planta la semilla en los surcos, la riega con su sudor y espera con certeza los frutos.

Ella es la doctora que esparce esperanza, la inolvidable educadora de hombres, la bailarina que danza en el aire, la científica tras algún descubrimiento, la ingeniera de las ecuaciones.

Ella es la artista que convierte la nada en arte y a su vez es fuente de inspiración, la líder indomable de la nueva era, la vendedora de sonrisas . Ella es el abrigo en el invierno, la bahía en la tormenta, las nubes en lo alto, las huellas del encanto.

La sabia de la libertad de ella se alimenta.Conoce de adversidades, de resistencia titánica, más su carácter se forja con el mal tiempo y esperanzas sin fin. Ella es hija de la fortaleza, es irreconciliable con las iniquidades, ella es una Revolución dentro de la Revolución. La gracia lleva por bautizo, un sustantivo inmenso: mujer.

 

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