Alguien habló una vez de la maleza ideológica, diseminada por siglos en la conciencia de la gente. La Revolución triunfante en enero de 1959 tropezó por todas partes con los tentáculos del anticomunismo.
La Reforma Agraria hizo definitivamente al campesino dueño de su tierra. Al grito de “¡Se llamaba!”, se desmanteló la propiedad del yanqui poderoso, y las manos del trabajo comenzaron a levantar un mundo nuevo.
En La Historia me Absolverá se alude sumariamente al socialismo como un conjunto de ideas de avanzada. Después del triunfo, el proceso revolucionario se fue radicalizando con medidas ciertamente populares. El pueblo se empoderó para siempre, y cada obra suya, cada respuesta al enemigo, llevaba la impronta de lo colectivo y la prioridad de congregar a lo más humilde de Cuba.
Y resultó entonces que millones de seres contaminados del prejuicio contra el socialismo, habían llegado a él casi por encanto, posiblemente sin saberlo, desde el sueño de romper los entuertos de la desigualdad y de conquistar toda la justicia.
Al proclamar el carácter socialista de la Revolución el 16 de abril, en el entierro de las víctimas del bombardeo mercenario a las bases aéreas del país, Fidel estaba calificando a un suceso que ya había nacido antes, pero que no tenía nombre todavía.
Y en el orden estratégico y ético, era el momento de decirlo. En solamente horas, se libraría la batalla decisiva, y nadie debía de concurrir engañado al escenario de los combates. Como se ha afirmado más de una vez, ya en Girón se luchó y se murió por el socialismo.
Y vale recordar que aquella proclamación de hace 60 años se hizo a la cubana. Cualquier receta burocrática del socialismo hasta entonces conocido, habría aconsejado un decreto formal, con por cuantos, un por tanto, y un resuelvo oficial.
El Comandante en Jefe lo hizo a su estilo, con esa manera tan suya de seducción enardecida, como solamente él era capaz de convocar a su pueblo y de responderle al imperio.
Y a la vera de su legado y de su ejemplo, aquí perdura la Utopía de defender la revolución socialista. Aún es tiempo de odas e himnos por la emancipación humana y de tributo a los que cayeron por hacerla posible.