Un escándalo internacional: la deuda externa

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La deuda con los financistas extranjeros privados fue refinanciada el año pasado, mediante el canje de viejos bonos incobrables por nuevos títulos igualmente impagables, pero con fechas más prolongadas de cancelación.
Quedó pendiente así, la voluminosa cuenta con el fondo monetario internacional (FMI), que involucra casi 48.000 millones dólares, a desembolsar en tres cuotas durante el próximo trienio. La Argentina no está en condiciones de afrontar un mínimo porcentual de esa obligación.
Esa monumental deuda contraída por el gobierno de Macri no sirvió para construir un sólo puente, escuela u hospital. Todo el dinero prestado salió el del país con la misma velocidad que ingresó, mediante vertiginosas transferencias a los principales capitalistas locales.
Esa malversación del crédito en una fuga de capital, está explícitamente prohibida por las normas que rigen las operaciones del FMI con sus miembros.
En la renegociación se intenta ocultar una estafa que compromete a las autoridades del Fondo, al gobierno anterior y a los beneficiarios del fraude; las pruebas del delito están a la vista y han sido expuestas por un informe del Banco Central, que detalla montos y empresas favorecidas por el desfalco.
El propio Macri confesó recientemente que derivó gran parte de ese préstamo a bancos “atemorizados por triunfo del kirchnerismo”. Con ese sincericidio confirmó la utilización de los fondos, para un destino explícitamente prohibido por el contrato.
La lista de las empresas que recibieron el crédito e inmediatamente lo transfirieron a sus guaridas del exterior ya ha sido elaborada por una investigación del Banco Central que se filtró a la prensa.La cúpula del FMI responsable fue desplazada del organismo para enmascarar la flagrante anomalía de un crédito, que no fue otorgado a ningún otro país.
Argentina obtuvo ese dinero por la presión ejercida por Trump a fin de solventar la frustrada reelección de Macri. Esa grosera violación de los estatutos del FMI ha desencadenado una crisis aún irresuelta en la cima del organismo
Existe una larga lista de países que no han cumplido en fecha sus obligaciones con el FMI, pero esas postergaciones siempre fueron ocasionales, se renegociaron o involucraron a pequeños deudores.
La situación creada con Argentina difiere de esos antecedentes porque el país recibió en tiempo récord, el mayor préstamo individual en la historia reciente del organismo. El acreedor carga en este caso con una deuda explosiva. Si Argentina incumple, el Fondo deberá afrontar una seria turbulencia interna.
El gobierno de Fernández y la oposición derechista han buscado reducir la visibilidad de este gravísimo problema. Evitaron el tema durante la coyuntura electoral, pero no pueden soslayar definiciones frente a los próximos vencimientos del pasivo.
Los dirigentes de Cambiemos (la derecha) promueven la acelerada refinanciación de los compromisos con el FMI, aceptando las condiciones exigidas por el organismo para posponer los pagos.
Con esa inversión de los hechos pretenden ocultar el monumental fracaso de su gobierno. Macri inauguró su gestión con la liberación del mercado cambiario y financió en forma alocada el gasto corriente, mediante un colosal endeudamiento en dólares; afirmaba que la “confianza” internacional en su gestión garantizaba la continuidad de ese explosivo mecanismo.
Durante el 2016-2017 transformó al país en el principal contratante de créditos del planeta, pero a principios del 2018 los prestamistas intuyeron el riesgo de la aventura y cortaron abruptamente la financiación. En un dramático escenario de encarecimiento del crédito, tensión bancaria y cepo cambiario, Macri recurrió desesperadamente al FMI y obtuvo el sostén de la Casa Blanca.
Las economistas de la derecha repiten tonterías mientras actúan como voceros directos del FMI. Comparten ese rol con el nuevo embajador de Estados Unidos, que debutó en su cargo con insultantes declaraciones hacia el país (“Argentina es un lindo bus turístico al que no le andan las ruedas”). Marc Stanley despliega esa altanería a nombre del Fondo para forzar la rendición del oficialismo, ante su principal acreedor.

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