No recuerdo el año o lugar donde lo conocí, ni el tema o motivo de la primera conversación. Sin embargo mi memoria no olvida su rostro sonriente, la fluidez y dulzura de sus palabras, el vestir elegante como todo un profesional, la gracia para tratar a las personas y la belleza en toda la magnitud de la palabra.
Desde la primera vez que ví a Yunier Pérez Álvarez supe que era de esas personas humanas, apasionadas a su oficio y con un corazón tan grande que no le cabe en el pecho. Al paso del tiempo conocí de sus colaboraciones en programas de la televisión y la radio y de su entusiasmo por formar parte de nuestra casa grande en la función de realizador de sonido.
Fue entonces cuando la vida me premió como a niña con juguete nuevo al coincidir junto a él y a otros grandes compañeros en diplomados de habilitación para realizadores y directores de programas radiales y televisivos. Los viajes a La Habana, el intercambio sistemático en el aula, en la radio, la semejanza de amigos y los temas afines forjaron una unión tan fuerte como imán a hierro, amistad inquebrantable hasta el día de hoy.
Yuni como muchos cariñosamente le decimos es entusiasmo, un amante de la radio, la oftalmología y cardiólogo de profesión en el Hospital General Leopoldito Martínez de la capital de Mayabeque. Rama de la medicina predestinada para él, para quien sufre en carne propia padecimientos cardiovasculares y para quien sin ejercer el oficio alegra corazones tan solo con su manera de ser.
Luego de varias cirugías a corazón abierto Yunier preserva esa fuerza y optimismo para continuar la marcha, exponiéndose al peligro que representa hoy la Covid 19 y dando energía a más de un órgano agotado producto de la edad u otra patología.
Yunier Pérez Álvarez es el doctor dedicado a sus pacientes y quien sana con esa cohesión de amabilidad y tratamiento efectivo, serio pero afable; el amigo, buen hijo, sensual pareja, diestro para los salones de baile y adaptable a cualquier entorno.
Este 29 de septiembre, Día Mundial del corazón es válido dedicar unas líneas, que aunque no recogen toda la valía de este cardiólogo lajero, si pretenden reconocer su dedicación, humanismo, talento y profesionalidad. La felicitación para ese corazón sano que late y concede alegría.