Un abrazo y más vida

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Quien padece de pobreza de espíritu tal vez no comprenda lo importante que resulta un abrazo por simple que parezca. Aún recuerdo la ocasión en que tuve por vez primera a mis hijas en mi regazo y entre el dolor del parto, tan conocido por las mujeres,  y la emoción de emprenderme como madre, no cesaba de abrazarlas porque era la única forma de hacerles comprender que con su llegada me hacían feliz.

Y es que cuantiosas veces he tenido la necesidad de abrazar y de que me abracen. Muchos han sido los momentos de padecimiento y de felicidad,  y solo he encontrado consuelo cuando personas que me quieren para bien, me estrechan fuertemente.

Tal vez esa sea la misma sensación que sintió el estadounidense Kevin Zaborney cuando decidió que el 21 de enero fuera la fecha ideal para conmemorar el Día Internacional del Abrazo.

La efeméride se celebró por vez primera en 1986 en Michigan y se difundió en Estados Unidos en el “Calendario de Eventos Chase”, una publicación que divulgaba las festividades del año.

Desde entonces, el Día Internacional del Abrazo es fiesta colectiva. Hasta los animales sienten la necesidad de abrazar. Recientemente, durante los incendios en Australia,  se hicieron virales en internet las imágenes de koalas y canguros abrazando a sus salvadores.

Y es que el abrazo es una de las formas más puras de manifestar afecto y cariño. Se dice que catorce es la cantidad de abrazos que cualquier persona necesita recibir cada día para mantener cubiertas las necesidades afectivas básicas.

Según investigaciones, un abrazo activa en el cerebro la liberación de sustancias como serotonina y dopamina lo que nos provoca una sensación de bienestar, sedación, armonía y plenitud en el momento en que se da. Cuando damos un abrazo afirmamos la capacidad de descubrir la ternura y la alegría que hay en nosotros y la riqueza interior que nos nutre.

El abrazo sustituye las palabras, significa en actos nuestros sentimientos, reconforta, tonifica, protege.  Cuando damos un fuerte abrazo descubrimos un nuevo hogar, cálido y seguro, próximo al corazón donde habitan las emociones. El abrazo es el beso del alma.

Según el escritor brasileño Paulo Coelho, “Cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida”. Para quien aún padece de hambre de piel,  esta es una ocasión perfecta para abrazar, solo así se pueden  sanar las heridas.

 

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