Proteger y cuidar a nuestros niños del daño que provoca el virus SARS-CoV 2 es una responsabilidad compartida.
Desde que la pandemia traspasó las fronteras del territorio nacional, el 11 de marzo de 2020, el sistema de salud cubano ha insistido en la importancia de resguardar las personas más vulnerables.
Medidas como el cierre de las escuelas en las distintas enseñanzas son parte de la voluntad del país para evitar la propagación de la Covid 19 en niños y adolescentes.
El personal de salud realiza un trabajo minucioso en la prevención de la enfermedad provocada por el nuevo Coronavirus.
Asimismo aplica tratamientos de manera precoz con el objetivo de minimizar lesiones secundarias, biológicas y psicológicas en la población infanto – juvenil. No obstante corresponde a los padres y a toda la familia garantizar la mayor seguridad de los menores.
La pandemia ha demostrado que no es un padecimiento netamente respiratorio, si bien la neumonía es la manifestación más común, también se han observado trastornos digestivos, signos neurológicos, cardiovasculares, fiebre, falta de apetito y pérdida del olfato.
En las edades pediátricas la sintomatología varía en dependencia de la capacidad de los niños en referir los síntomas. En el caso particular de los más pequeños es de suma importancia la percepción de los padres ante cualquier manifestación sospechosa.
El Coronavirus es una enfermedad mortal, cada día aumentan las cifras de fallecidos en el mundo. Millones de familias sufren los estragos de la epidemia y los niveles de contagios son alarmantes.
Es cierto que cada deceso es triste, cada pérdida de un ser humano es desgarradora, pero si se trata de la muerte de un niño el dolor se multiplica y deja secuelas imborrables.
La ingenuidad, inocencia y pureza son adjetivos que describen la infancia, por tanto asegurar la vida de estos pequeños no es tarea de una sola persona, organización u organismo. Proteger la infancia, una responsabilidad social, de todos y cada uno de nosotros.