Ha muerto Pablo. La noticia recorre el mundo, la música anda triste, la cultura cubana de luto, los que crecimos escuchando ese himno de amor inmortal “Yolanda”, ahora mismo, no encontramos palabras para describir que sentimos.
Sucede que mi generación y otras, sumaron a su mocedad sus letras inolvidables e inconfundibles, de las cuales acogimos pureza, sensibilidad y una manera hermosa e inteligente de cantarle al amor, a la esperanza, a la vida, a la justicia también.
Ha muerto Pablo y otra vez ese sentimiento de orfandad, esa deuda por la entrevista que no logré, o el concierto al que no asistí, más recurren sus canciones en un intento de alivio por la pena que nos embarga, esas canciones que bien sabemos ya lo hacen eterno.
Entonces resultan refugio esas letras inmortales, entonces resulta entendible ese pacto de mi generación con las canciones que dejaron huellas infinitas, que llegarán siempre para recordar que no se muere cuando se /Sigue llenando este minuto de razones para respirar/
/El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos/
/En este breve ciclo en que pasamos cada paso se da porque se siente/
/Ámame sin temor alguno Que yo he de prometer Fidelidad a mi modo de ser…/
/Mi soledad se siente acompañada Por eso a veces sé que necesito/
/Eso que llaman amor para vivir/
