¡Nos vamos a San Francisco! pudo haber sido mi titular el pasado lunes 11 de marzo. Pero el equipo Cuba detuvo su reloj en el Tercer Clásico Mundial de béisbol, al caer frente a Holanda, 7 carreras por 6 en un dramático partido que sacó a los antillanos del evento.
Para todos los amantes del deporte nacional, la derrota fue desalentadora, aunque todos conocíamos el gran riesgo de perder, si se tienen en cuenta las 4 derrotas sufridas por Cuba en los 5 choques anteriores frente a Holanda.
Yo que empecé a ver el juego cuando ya estaba empatado a 4 carreras, no me desesperé en pronósticos porque sabía lo difícil del choque, pero el entusiasmo por el equipo nacional creció cuando Cuba se fue arriba 6 por 4.
Entonces pensé que nuestro equipo se quitaría de encima la maldición holandesa. Por eso, sin pensarlo mucho escribí un título como si ya la victoria estuviera confirmada: ¡Nos vamos a San Francisco!
Ya me imaginaba describiendo los momentos cruciales del próximo encuentro y el desempeño de los que contribuían a la victoria con el pitcheo, la ofensiva y la defensa.
¡Nos vamos a San Francisco! parecía un buen titular. Pero el increíble empate a 6 me trajo de nuevo a una realidad inaceptable.
Mi supuesto titular ya no sonaba como al principio. Después vino el fallo a la hora buena como sombra del equipo en los momentos clave, y nuestro caballo de batalla fue aplastado con el tercer strike. En lo adelante faltaron la nueces.
A la defensa, el pitcheo caribeño abrió el octavo regalando una base. Un robo permitido y un lamentable error contribuyeron a la fatídica derrota.
Se acabó el tercer clásico para nuestro debatido equipo y la realidad implacable echó por tierra las aspiraciones.
Si del dicho al hecho va un gran trecho, del nos vamos al no vamos, hay buena distancia; pero, lamentablemente, en el Tercer Clásico Mundial, No vamos a San Francisco.