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La violencia, ese mal que todavía habita

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La violencia es un mal que todavía habita, duele y daña; aún cuando son evidentes los mecanismos, herramientas y disposiciones jurídicas del país para hacer frente a ese fenómeno, existe.

Talleres, seminarios, jornadas, habilitación de números telefónicos, planes de acción, medidas, consejerías, acciones emprendidas por la Federación de Mujeres Cubanas y la Fiscalía en San José de las Lajas y todo el país, muestran el camino para enfrentar ese flagelo que a pesar de todo sigue ahí.

El problema, porque es un problema, requiere del concurso de todos pero, la familia es fundamental, su esencia está en esa educación temprana, esa que algunos dicen, “de cuna”, primordial para asentar valores, para desde el ejemplo enseñar la mejor manera de comportarse, respetar y respetarse.

Escribo hoy sobre el tema por dos hechos que vi, una madre que regañaba a su hija, (una adolescente), en el medio de la calle, a toda voz, y en otro caso un padre que le decía a un niño pequeño: “Oye que te respeten que para eso eres varón”

Los regaños nunca serán efectivos si son puro escándalo ante la vista de los demás; eso es bochorno, irrespeto y también es violencia, porque gritar a otra persona, aun  cuando sea un descendiente, no es la vía para lograr un buen comportamiento.

Que a un niño desde temprana edad se le enseñe que por ser varón, la razón siempre estará de su parte es tamaño error, que  se le debe respetar porque es varón es un error, la razón es de quien la tenga y el respeto lo merecen todos, sin distinción.

En ocasiones, tropezamos con la violencia, muchas veces silenciosa pero letal.  Los ejemplos corren solos, está quien renuncia a su profesión porque sencillamente su pareja lo decide, quien no emite criterio hasta que su pareja da el consentimiento, también quien aguanta ofensas, gritos y hasta algún empujón y sencillamente calla.

Aunque estamos en el siglo XXI todavía la violencia ocupa espacio y lo peor es que la mayoría de las veces la muerte es el cierre de un hecho que se pudo evitar, por eso es  importante interiorizar en el rol de la familia, de la comunidad, de todos para hacer frente a un mal que no debe tener lugar.

Enseñar desde los primeros años de vida a respetar, considerar a los demás, a ser justos y honestos,  es importante porque desde ese instante se contribuye a la formación de una buena persona, que no sea violenta ni violentada.

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