La necesidad pintó a Perico y la ocasión le puso traje

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“La necesidad pintó a Perico y la ocasión le puso traje” decía Aída una octogenaria con más dichos y refranes que monedas en su bolsillo. De esa forma describía a quienes por las circunstancias cambian de actitud, más allá de ser camaleónicos, deciden por una postura desdeñable.

Lamentablemente más de una vez he vuelto a tropezar con aquella aseveración, en tiempos que claman por mayor  uso de la razón, sensibilidad y respeto a los semejantes. Pericos encontramos a diario, se nutren en ocasiones de la necesidad de los otros, esas que empujan las carencias que asfixian.

De ahí que a tono con la inflación, van esos precios que nos tiran a la lona como si nos hubiesen conectado el mayor  uppercut, y ya ni reclamos ni desacuerdos surten efectos, porque con una tranquilidad espantosa escuchas lo que no deseas oír: la ristra de ajo a 850, 900 y 1000 pesos.

Pericos habitan en aquellos que irrespetan a los otros, que preñan intrigas, sobornan sus propios sentimientos para sobre ellos plantar pareceres que a ciencia cierta no serán buenos cimientos.

En el 2013, en ocasión de la Primera Sesión Ordinaria de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Raúl dijo que se reconocía con dolor “el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás.”

Y es una realidad muy nuestra, que lejos de parapetarnos tras disculpas nos insta a revisarnos, a escudriñar en las actitudes, esas que muchas veces marcan la insensibilidad ante el problema del otro, porque tristemente también pululan aquellos que como robot funcionan en este mosaico que es nuestra sociedad.

Con  todos y para el bien de todos esa máxima martiana, que expresa el sentir del más universal de los cubanos no es mera consigna, es convocatoria a la unidad, al respeto al otro, a la razón y no al ajuste de cuentas, ni a la cacería de brujas;  trabajar con todos y para el bien de todos es apertrecharse de valores, de razón, de sensibilidad con garras para cultivar el bien.

La necesidad pintó a Perico y la ocasión le puso traje visibiliza en ocasiones la ausencia de calidad, la falta de cortesía y la pálida sensibilidad de algunos, actitudes que curten el ropaje de unos cuantos Pericos que andan por ahí.

En la pretensión que tenemos por hacer un mejor país va la necesidad de mejorarnos como seres humanos, de ser mejores personas y mejores siempre serán aquellos que piensen y actúen a corazón limpio; los tiempos que corren precisan de amor y no de sentimientos mezquinos, de fertilidad en las ideas y no de calcos, ser uno mismo y propiciar el bien, esa es la cuestión.

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