“La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.”
José Martí.
Aunque hoy parece casi extinguido el dar las gracias, la gratitud implica algo más que pronunciar unas palabras como cliché, responde a aquella actitud que nace del corazón, en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros.
La gratitud, se profesa también a la naturaleza, al mundo, a la vida misma; se trata de no ser indiferente, de no olvidar, de reconocer.
De la gratitud dijo el filósofo y escritor indio Rabindranath Tagore: “Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene.”
Para el escritor español Francisco de Quevedo: “El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien.” En tanto un viejo proverbio chino expresa: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente.”
Ser agradecidos implica admitir que necesitamos a los demás, reconocemos las obras de los otros, aceptamos que mucho de cuanto nos ha sucedido para bien se debe a otras personas que nos han dado amor, protección, cuidados, talento, sabiduría.
El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena. Gratitud, es expresar a otros que nos hacen felices, que nos han ayudado, que han estado junto a nosotros cuando los hemos necesitado, que han aportado a que nuestra vida sea la más hermosa experiencia.
Hoy cuando abogamos por rescatar valores, es elemental tomar en cuenta agradecer y no se trata de poner por medio dinero, regalos costosos, se trata de poner el alma cuando decimos: gracias.