Cada vez son más las personas enlazadas por Internet. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, se estima que al concluir el 2019, 7750 millones de personas estaban interconectadas por esa amplia red de redes que son Facebook, Twitter, Google, Instagram, YouTube, Whatsapp, entre otras.
Varios estudios sobre el tema calculan que cada segundo se publican aproximadamente 700 fotos en Instagram y en ese mismo intervalo de tiempo se ven más de 119 mil videos en YouTube, lo que demuestra una adicción desmedida al mundo digital.
Diariamente navegamos por el ancho universo que facilitan estas redes de comunicación, que desde sus orígenes en 1969 hasta la fecha ha evolucionado considerablemente.
Al conectarnos tenemos el mundo en nuestras manos. El Internet facilita el intercambio, acorta las distancias entre familiares y amigos, favorece nuestro trabajo, entretiene y divierte; pero a su vez, se vuelve un bumerán cuando se hace mal uso de ella o permanecemos horas interminables conectadas.
Si bien el Internet contribuye con nuestro desarrollo cognoscitivo tiene además sus riesgos, fundamentalmente para los niños, adolescentes y jóvenes que por descuido de los adultos, pueden obtener información peligrosa o ilícita.
El mundo en línea tiene varios riesgos, tales como, el acoso cibernético, el robo de identidad, la información nociva, la piratería, pornografía, anuncios falsos, fake news y estafas económicas.
Se recomienda entonces, evitar la información confidencial, no sostener una comunicación con desconocidos, y eliminar correos que resulten sospechosos.
Mientras hoy permanecemos en casa debido a la COVID-19, Internet se ha convertido en una herramienta sumamente necesaria; pero cuidado, ella también puede ser un arma de doble filo.
