Fidel, un congreso, una fotografía

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Estoy segura que muchos de mis colegas recuerdan el Séptimo Congreso de los Periodistas Cubanos con especial cariño, como uno de esos sucesos que se inscriben en la memoria y al paso de los años su impronta es la mejor luz.
 
Fue una cita que sobrepasó los días previstos y que contó con la presencia de Fidel, quien más que líder, estadista, era y por supuesto, es, un periodista de alma y pulso.
 
Confesó su pasión por esta labor, prestó toda la atención a cada planteamiento, escuchó cada vivencia y defendió los argumentos expuestos en cada intervención; de esa manera encontramos la mejor escucha desde la Punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio en ese cónclave.
 
Aquel Congreso, fijado inicialmente para dos días se extendió a cinco, precisamente por la importancia que Fidel asume tiene el periodismo; fueron jornadas de intensos intercambios, que sin lugar a dudas impulsaron una mayor atención a la prensa.

La presencia de Fidel en el Séptimo Congreso generó soluciones concretas a las demandas de los periodistas, a partir de aquella cita se reunía cada seis meses con los delegados y confieso que para mí fue una etapa de crecimiento, me sentí nuevamente estudiante de Periodismo, porque acudía a auténticas clases en las que el aprendizaje era herramienta vital para el trabajo de cada día.

Hubo momentos de mucha simpatía, como el diálogo de Fidel con el periodista y escritor espirituano Tomás Álvarez de los Ríos, reconocido además de su obra periodística por coleccionar  en las paredes de su casa cerca de 6 000 dichos y refranes. Fidel rio con ganas ese día ante las aseveraciones de Tomás sobre la mocedad del líder de la Revolución Cubana. Aun cuando escribo, no puedo evitar sonreír, y agradezco a la memoria esa suerte de poder evocar aquellos días no aptos para el olvido.

Recuerdo también la solicitud de entrevista de Pepe Alejandro y cuando Fidel nombró “genio” a Guillermo Cabrera, el talentoso periodista, director entonces del Instituto de Periodismo José Martí; en verdad, todo un genio.

El cierre fue también inolvidable y es ahí donde me precio de haber tomado parte, aunque ya había intervenido en una de las jornadas. Luego de la conclusión oficial del Congreso, Fidel que había permanecido junto a los periodistas en todas las sesiones, se le ocurrió organizar el almuerzo de despedida, contando para ese menú con el parecer de los delegados y delegadas asistentes. Ya cuando parecía que no faltaba nada, ante su pregunta sobre qué más podía incluirse se me ocurrió decirle: Una foto con usted Comandante…

Y sí, Fidel aceptó mi propuesta y ya pasada la media noche, cada delegación de periodistas estuvo a su lado para aquella instantánea que también quedó inscrita en la memoria y el corazón.

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