La presencia de Fidel en el Séptimo Congreso generó soluciones concretas a las demandas de los periodistas, a partir de aquella cita se reunía cada seis meses con los delegados y confieso que para mí fue una etapa de crecimiento, me sentí nuevamente estudiante de Periodismo, porque acudía a auténticas clases en las que el aprendizaje era herramienta vital para el trabajo de cada día.
Hubo momentos de mucha simpatía, como el diálogo de Fidel con el periodista y escritor espirituano Tomás Álvarez de los Ríos, reconocido además de su obra periodística por coleccionar en las paredes de su casa cerca de 6 000 dichos y refranes. Fidel rio con ganas ese día ante las aseveraciones de Tomás sobre la mocedad del líder de la Revolución Cubana. Aun cuando escribo, no puedo evitar sonreír, y agradezco a la memoria esa suerte de poder evocar aquellos días no aptos para el olvido.
Recuerdo también la solicitud de entrevista de Pepe Alejandro y cuando Fidel nombró “genio” a Guillermo Cabrera, el talentoso periodista, director entonces del Instituto de Periodismo José Martí; en verdad, todo un genio.
El cierre fue también inolvidable y es ahí donde me precio de haber tomado parte, aunque ya había intervenido en una de las jornadas. Luego de la conclusión oficial del Congreso, Fidel que había permanecido junto a los periodistas en todas las sesiones, se le ocurrió organizar el almuerzo de despedida, contando para ese menú con el parecer de los delegados y delegadas asistentes. Ya cuando parecía que no faltaba nada, ante su pregunta sobre qué más podía incluirse se me ocurrió decirle: Una foto con usted Comandante…
Y sí, Fidel aceptó mi propuesta y ya pasada la media noche, cada delegación de periodistas estuvo a su lado para aquella instantánea que también quedó inscrita en la memoria y el corazón.