¿Y la caballerosidad qué?

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La caballerosidad no siempre aparece, lamentablemente a diario somos testigos de sucesos que marcan la insensibilidad de algunos que prefieren mirar a otro lado antes que ser caballerosos.

Por momentos pienso que la caballerosidad se ha extinguido, que para unos está pasada de moda, para otros resulta ser anticuado y mientras más miro esta realidad más pienso en mi padre.

Entre los muchos recuerdos que de él abrigo, la caballerosidad figura entre sus principales costumbres, de esas que cuando se siembran casi al nacer perduran toda la vida.

Lo recuerdo ponerse de pie cuando alguien llegaba a casa y él estaba sentado, o apresurarse a tomar una camisa si estaba en camiseta, ayudar a personas mayores que él a cruzar de una acera a otra, dar el asiento a una mujer de cualquier edad, no titubear en extender su mano a mujeres, niños y ancianos al bajar de un ómnibus, saludar respetuosamente al llegar a un grupo, aun de desconocidos.

Lamentablemente no siempre los más jóvenes tienen la voluntad de escuchar a los de más edad, los he visto que hasta ríen o se mofan de criterios o consejos, que desestiman las vivencias de los que peinan canas y lo más preocupante es la ignorancia ante el buen ejemplo que en ocasiones tienen ante sí.

Los hay que cuando van sentados en un ómnibus, casi les da Tortícolis para evadir la presencia femenina y los que entran casi en coma, en sueño profundo hasta su lugar de destino con tal de no ceder el asiento.

Por suerte también habitan aquellos que asumen cabalmente la herencia de padres y abuelos que para bien se arroparon de valores y costumbres imperecederas, eminentemente necesarias en toda época de la vida.

Hoy mientras algunos visten a sus hijos desde los primeros años de vida como hombres, en ese afán por adelantarlos en tiempo a la moda, valdría la pena que aprendan que es muy importante enseñar desde la cuna el respeto, la disciplina y la caballerosidad.

No hablo de linaje pero sí de esa buena gracia poco común,  que más allá del parecer de unos que sostienen ha pasado de moda, es el modo hermoso, delicado y sensible que merecemos.

La caballerosidad tiene su encanto, siempre agrada y además seduce; entonces ¿por qué no traerla de vuelta?

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