A pesar de los cinco años transcurridos desde la desaparición física del Comandante en jefe Fidel Castro Ruz, para muchos tal parece que todavía anda entre nosotros como en sus buenos tiempos, dando alivio al oprimido y dolores de cabeza a quienes contradictoriamente nunca lo pudieron tolerar.
La coincidencia quiso agrupar en él cualidades positivas de manera singular, reveladas en una combinación de talento innato, pensamiento sin par y doctrinas profundas, coherentemente respaldadas con un accionar incansable, siempre en busca del mejoramiento humano aun en las más increíbles circunstancias.
Esa conducta, capaz de viajar en los hechos desde el nivel más sencillo hasta los más respetables peldaños de la jerarquía humana, le da la estatura insuperable como ejemplo para quienes le conocen, le admiran o le adversan.
Seguido desde temprano en sus ideales de justicia para salvar la patria, llega un día del exilio a cumplir el programa del Moncada, y tras el triunfo, al romper los esquemas políticos de la región, su lucha adquiere otros matices dentro y fuera del país.
Con su pueblo emprende las transformaciones y con los adversarios entabla una lucha incesante.
El pueblo le siguió a todas partes, porque no hubo sitio ni circunstancia alguna donde no estuviera. Le vimos desde una escuela rural junto a los niños, en un barrio pobre, salvando vidas bajo el azote de un huracán, en un campamento almorzando entre los trabajadores o disparando contra el invasor en las arenas de Girón.
Su imagen no se hizo legendaria desde la pompa del deleite en los grandes escenarios politiqueros. A las grandes tribunas llegó con las botas ya raídas en la batalla y con los méritos otorgados en la acción, por la que poco a poco la historia le fue absolviendo en cada paso, por el bien del país y de otros pueblos.
Por eso su nombre sigue traspasando las fronteras y su ejemplo se hace cada vez más indiscutible.
Si hay algo por lo que Fidel está presente, es por la vigencia de sus ideas, esas de las que hizo trincheras invencibles, superiores a las trincheras de piedra.
Los momentos vividos por el pueblo de Cuba en el 2021 han dado muestras irrefutables de la presencia de Fidel, por la entereza con que se han enfrentado los desafíos, aún cuando las dificultades han sido cada vez más fuertes y la agresión enemiga más oportunista y despiadada.
Tan vigente están las ideas de Fidel que este noviembre, a raíz de las pretensiones desestabilizadoras, al rememorar fragmentos de sus locuciones las palabras parecían acabadas de pronunciar por el líder cubano.
Su ejemplo está presente en cada reto, en la respuesta del pueblo ante las disyuntivas, donde prima el sentido de responsabilidad, de firmeza para defender la independencia y la soberanía, la misma dignidad inquebrantable con la que ganó la confianza de los cubanos dignos y el respeto de los justos en todo el mundo.