“Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin”
Antoine de Saint-Exupéry.
Todos aspiramos a ser felices. Y ciertamente no existe un día determinado para serlo. Hay quienes piensan que cuando logren materialmente todo lo propuesto ya tienen en sus manos la añorada felicidad. Otros, trazan proyectos de vida; conciben su existencia solos o con una numerosa familia; pero igual se les desdibuja el rostro de ese bienestar porque viene y va a su antojo.
Lo cierto es que la felicidad está muchas veces a nuestro alcance y no lo percibimos. Esperamos grandes cosas y más bien se verifica en los pequeños detalles.
Decía el escritor colombiano Gabriel García Márquez que No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad, porque esta es un estado de emoción que favorece nuestro espíritu; tal vez por eso la Organización de las Naciones Unidas estableció el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad.
La ocasión convida a sonreír, disfrutar, amar, agradecer. Propone una mirada gratificante por lo que somos y hacemos. Certifica que el bien colectivo, la igualdad y la equidad también proporcionan placidez.
Aunque parezca abstracta, la felicidad se traduce en el afecto, en la amistad, la ilusión, la esperanza. Vive en nuestro interior, y solo necesitamos exteriorizarla con gestos nobles y puros.
Recuerda que la felicidad es la experiencia espiritual de vivir cada minuto con amor, gracia y plenitud.