Corren los días de julio y como de costumbre la memoria atesora el suceso que marcó un momento trascendental en la vida del país, el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes demostró que había una generación dispuesta a no dejar morir a José Martí en el año de su centenario.
La efeméride vista 69 años después suscita el análisis de las generaciones que hoy tienen la responsabilidad de continuar una batalla diferente pero igualmente necesaria, la batalla contra la ineficiencia, el burocratismo, contra la indisciplina, la batalla en la que todos somos decisores.
El homenaje a aquellos jóvenes que decidieron asaltar la historia para cambiar su curso, implica trabajar con esmero, ser justo, implica disponer conocimientos a favor del progreso.
El homenaje a la Generación del Centenario no está sujeto solo al mes de julio sino a todos los días del año en los que ser fieles protagonistas de este tiempo, hacer el bien, fraguar ideas, multiplicar soluciones u alternativas siempre favorecerán el progreso, y ese será siempre el mejor tributo a quienes dieron su mocedad, su vida por un ideal.
Hablar de la Gesta del Moncada es hacer un alto y reflexionar sobre cuánto más se puede hacer para salvar este tiempo, para continuar honrando la memoria de aquellos jóvenes que asaltaron la mañana de la Santa Ana con la perspectiva de cambiar el destino de Cuba.
Corresponde ahora la defensa de ese destino, desde la originalidad, la consagración, el respeto, la disciplina y el amor