La actual temporada ciclónica que comenzó el primero de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre tendrá un comportamiento más activo que lo normal, cuando lo indispensable es alistarse para su enfrentamiento con la pandemia de la COVID-19.
El aumento de estos fenómenos naturales en el área geográfica del océano Atlántico tropical, incluido el Golfo de México y el mar Caribe responde a los efectos del cambio climático en el calentamiento de las aguas en océanos y mares y merece una íntegra preparación para impedir la pérdida de vidas humanas y reducir los perjuicios económicos y materiales.
Los ciclones del trópico son famosos por su fuerza y se definen como grandes torbellinos de aire, que casi siempre se mueven a una velocidad muy fuerte.
Por todo esto, en los países donde no existe un programa de defensa a la población, esos fenómenos dejan a su paso grandiosas pérdidas de vidas humanas, viviendas derribadas, daños a las cosechas e inundaciones producidas por las fuertes lluvias.
Cuba cuenta actualmente con satélite, radares, computadoras y cientos de expertos competentes que vigilan todo el territorio nacional y las zonas adyacentes.
Con una buena proyección, los ciclones pueden llegar a ser provechosos, pues colman las cuencas subterráneas de los ríos con la cantidad de agua necesaria. En San José de las Lajas como en todo el país, el papel de los radioaficionados es primordial para conservar la eficacia de las comunicaciones en momentos decisivos como es el paso de un evento Hidrometeorológico.
Si el movimiento de un meteoro sobre las cálidas aguas caribeñas y su peligroso recorrido terrestre, nos impiden el sueño cada año durante los meses de más posibilidades de ocurrencia nos corresponde estar preparados y alertas porque cualquier momento de la temporada ciclónica puede ser oportuno para la formación y desarrollo de un sistema tropical.
Todo lo que hagamos será poco para prepararnos. Poco a poco se llega lejos. Comencemos a tiempo para ganarle tiempo a tan temibles visitantes.