Más de 15 mil pacientes han sido diagnosticados en Cuba con la Covid-19, desde la aparición el 11 de marzo del 2020 del 1er caso positivo en la isla.
Importantes medidas fueron adoptadas en el país, bajo la dirección del Consejo Nacional de Defensa, con acciones puntuales en cada municipio y provincia.
La toma de estas medidas de forma oportuna permitió que Cuba alcanzara un descenso significativo de las cifras de pacientes infectados con el SARS CoV-2, e incluso de una jornada con cero personas positivas a la enfermedad.
Intensos meses de trabajo favorecieron el tránsito de las provincias del país hasta la tan ansiada nueva normalidad, antesala del regreso a la vida, lo más cercana a la de antes de la pandemia. Provincias como Guantánamo y el municipio especial Isla de la Juventud lograron superar los 100 días sin casos de COVID-19.
Durante este período la cooperación popular y la exigencia por hacer cumplir la ley por parte de las autoridades competentes fueron decisivas.
Hoy, la realidad muestra un alarmante ascenso de personas positivas a la enfermedad como consecuencia del incumplimiento de las medidas higiénico – sanitarias orientadas, al violar el aislamiento de los viajeros, con la aglomeración injustificada de personas y el no uso o uso inadecuado del nasobuco.
La indisciplina ha llegado a tal grado que la situación actual de la COVID-19 en Cuba habla de un rebrote que de no encontrar coto, pudiera despuntar en una crisis sanitaria. No olvidemos la situación de países como Italia y España al inicio de la pandemia, en ambas naciones desarrolladas, los sistemas de salud colapsaron por el número crecientes de pacientes requiriendo de los servicios de urgencias.
Pese a la apertura necesaria, de los servicios, el peligro por el azote de la COVID-19 en Cuba, no ha concluído. Las cifras de contagios por día, así lo demuestran. Solo con disciplina se podrá revertir la realidad que hoy vivimos. Recordemos entonces la frase de Nicolás Maquiavelo: “Donde hay disciplina, hay orden y rara vez falta la buena fortuna”.