Una vez más, Cuba entera dedicará nuevas jornadas a la preparación para la defensa de la patria, los próximos días 23 y 24 de noviembre, en circunstancias ya acostumbradas para los cubanos, desde 1959.
La defensa del país ha sido para la mayor de la Antillas la garantía de sobrevivencia a tan poca distancia de su enemigo intolerante, pues, como ha reiterado nuestro Comandante en Jefe en innumerables ocasiones, la mejor manera de evitar la guerra es prepararse para ella.
Tal sentencia se evidenció con lecciones magistrales desde los primeros años de la Revolución. Cuando en Girón los primeros cinco milicianos dieron la alarma de combate ante la presencia enemiga y se batieron como si ellos solos hubieran sido un ejército completo, esa fue quizás la lección más elocuente de preparación para la defensa en aquellos años de increíble coraje y disposición combativa, a pesar de las desventajas en experiencias y pertrechos.
Si Cuba hoy dedica fuerzas y recursos a esta vital tarea, no es por mero entusiasmo ni demostración de fuerza, sino porque la acechan males tan peligrosos como los de aquellos años legendarios y tortuosos. Nuestros adversarios perfeccionan cada vez más sus métodos agresivos para entorpecer el desarrollo de esta pequeña isla que se hace grande cada vez gracias a sus protagonistas.
Entonces, no nos queda más alternativa que estar listos ante cualquier forma de agresión. El pueblo y sus instituciones asumen con responsabilidad y decisión estas jornadas, porque con ellas se defiende la independencia de esta tierra sagrada, con las armas, el conocimiento y la dignidad.