Día del campesino: un componente de lo cubano

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La Ley de Reforma Agraria, firmada en la Comandancia General de La Plata el 17 de mayo de 1959, definió el Día del Campesino Cubano. Conquistar toda la justicia, como quiso el Maestro, pasa inexorablemente por la relación del trabajo y la emancipación con la tierra, esa fuente numerosa de aliento, de virtud, de la propia existencia humana.

Allá, por aquellos escenarios agrestes de la Patria, acontecería lo más paradigmático y heroico de la Campaña de Alfabetización. Tal vez no hubo jamás en la historia humana capítulo de más acendrado romanticismo, ni más democrático. Cambiaron para siempre los modelos de actancias. Conocedor definitivo del signo lingüístico que comparten centenares de millones de personas, el campesino de Cuba logró la oralitura mejor: fijar en el texto, en la partitura, en el lienzo, en las tablas, un legado intenso y grande que hasta entonces había sido susurro de caminos.

Recuerdo, por ejemplo, los estudios del lingüista cubano Sergio Valdés Bernal sobre el habla popular campesina. Resulta reveladora la cantidad de vocablos compartidos en el monte intrincado, que luego fue hasta lo más metropolitano y cosmopolita de la ciudad. Parece distendido el uso en la variante cubana de la frase mi yunta, para denominar al mejor amigo, al compañero que comparte las verdes y las maduras.

El propio Valdés Bernal apuntaba la importancia del habla popular campesina para significar la evolución del idioma español en Cuba. En el campo, se sabe, la lengua evoluciona más lentamente que en la ciudad. Por eso allí perviven ciertos arcaísmos, es decir, palabras en desuso. Es el caso de haiga, por ejemplo, que no es propiamente un barbarismo, sino una forma empleada en siglos anteriores.

Ahí está la décima espinela. Radica su origen el ritmo octosilábico de la lengua española. Es decir, que desde el principio constituye un suceso del campo y de la ciudad. Pero allí, en los parajes bucólicos, parece hallar el hogar amado. El estudio transdisciplinario busca de un lado y del otro del mar, ese milagro de la estrofa que cobra pertinencia, utilidad, fragua de alegría en el entramado rural de Hispanoamérica.

En la investigación múltiple, aparece la categoría de grupos portadores. A lo largo de siglos, la comunidad fue recreando el mensaje de la tierra, en síntesis perenne con los signos del mundo. ¡El ajiaco que describió don Fernando Ortiz! Nuevamente el alma de la Patria ante el descubrimiento cotidiano, sin fin.
El son cubano lo hemos dicho otras vecesresulta código genético de millones. Nació por las montañas del Oriente, para recorrer Cuba, remontar sus fronteras, conquistar las pistas de cualquier parte. De esos sitios entrañables nos habitan el punto, la guajira, un teatro de raigambre mambisa, el zapateo, una corriente criollísima de la plástica para interpretar el mundo, la poesía, la narrativa, con estallidos de la floresta nacional.

El Día del Campesino Cubano recuerda un segmento grande y significativo de la epopeya. Fija también la fecha del encontronazo con el Gigante del Norte. El 17 de mayo cobra igualmente un contenido nuevo de resistencia como componente de lo cubano. La Reforma Agraria, a la luz de la historia, subraya sin falta la fiesta innombrable que describe la poesía.

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