La fuerza de la costumbre calza y viste a los humanos, de ahí que atribuir facultades a determinados actos en la vida, pasa de rutina a lamentables consecuencias.
Una de esas atribuciones es la referida a la y las bebidas alcohólicas, porque si estas no están presentes, como dicen algunos: La fiesta no está buena.
El alcohol como factor de riesgo a escala global es la tercera causa de enfermedad y de muerte prematura; nunca sus consecuencias serán saludables.
Aunque es una droga capaz de generar dependencia, el consumo de bebidas alcohólicas se ha asociado de forma convincente con cerca de 60 tipos diferentes de enfermedades y circunstancias no deseables.
Se incluyen a la lista lesiones mentales y trastornos del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, trastornos inmunológicos, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, óseas y musculares, trastornos reproductivos y daños perinatales, incluyendo un mayor riesgo de nacimientos prematuros y de bajo peso al nacer.
La ingestión de bebidas alcohólicas no es obligado parámetro para la diversión y sí un signo de peligro, es por ello que en esta etapa del año, cuando el recreo ocupa a vacacionistas, es preciso tomar en cuenta que el alcohol nunca será la mejor compañía de la diversión.
Sabemos que algunos cuando toman unos tragos de más sobrepasan la manera adecuada del comportamiento, los hay que se sumergen en la comicidad o el hazme reír de los demás, los que pierden la vergüenza y ocasionan pena, los que justo con el alcohol en la cabeza quieren arreglar cualquier cuenta pendiente y, quienes causan problemas a los demás, entre esos los que deciden tomar el timón en sus manos y propician lamentables accidentes.
La disciplina y la cordura son elementos fundamentales para preservar orden y tranquilidad a favor de la vida, entonces, cuidemos de ella con la debida protección en todos los órdenes: del ardiente sol, pero también de la ingestión indebida de bebidas alcohólicas; el disfrute debe ser disfrute y no lamentación de actitudes inconsecuentes.
