Una permanente porfía genera la agresiva política de bloqueo a la nación cubana, entre quienes afirman que este no existe y los más realistas que admiten la certeza de tan inaceptable agresión al pueblo de Cuba.
Argumentos hay de parte y parte entre quienes se dejan llevar por la inspiración al calor de las conversaciones y especulan a su modo de la mejor manera al alcance, sobre el asunto.
Siempre unos a favor y otros en contra, generalmente sin las evidencias claves, porque para hablar del tema se necesita conocer con profundidad el por qué de esa conducta asumida por el vecino del norte desde hace más de seis décadas.
Lógicamente un análisis completo de tan serio problema no cabe en un sencillo comentario.
Sin embargo, no por eso se puede negar el reflejo de su efecto en la realidad cubana, donde se carece de todo lo material y dígase lo que se quiera decir sin fanatismo de ninguna de las partes, la causa básica de la mayoría de los males es el bloqueo que corta al país la libertad de interactuar con el mundo, sencillamente porque el sistema elegido es inaceptable para los adversarios.
El bloqueo viola los derechos internacionales de toda clase porque implica sacar caprichosamente a una nación del sistema de relaciones comerciales y financieras en que el mundo se mueve y tal violación repercute en todos los ámbitos de la sociedad del agredido, sea del sistema social que sea.
Frecuentemente se oye culpar de todos los males a Cuba con todo tipo de argumentos, tratando de evidenciar que el mal se debe a la incapacidad de la dirección, la falta de iniciativas, la corrupción, o el comportamiento humano que ciertamente en muchas ocasiones antepone la justificación del bloqueo a su indolencia ante ciertas dificultades.
Sin embargo, en mi opinión todo eso pierde sentido por la sencilla razón de que si esas dificultades internas fueran la causa principal del problema de la nación cubana, entonces ¿para qué necesitan los adversarios mantener esa política agresiva?
Lo que no tiene discusión en este asunto es que nadie tiene el derecho de atar las manos a ningún país por ninguna causa, sumir a una nación en la imposibilidad de acceder libremente a las relaciones y al desarrollo.
En consecuencia el pueblo cubano cada día padece más limitaciones. Por eso el bloqueo es un crimen inaceptable y reprochado de manera permanente por en la nación y reiteradamente por la comunidad internacional.
El bloqueo es una política genocida y debe cesar cuanto antes de manera incondicional.