Con ese epíteto se instaló en el catálogo musical cubano y se presentó en importantes escenarios de la isla y de otros países como: México, Venezuela, Panamá, Colombia, Haití y los Estados Unidos.
Pero no solo la música lo inscribe como un hecho formidable e irrepetible, sino que también fue inspiración para la literatura. Se conoce que Lisandro Otero basó su novela Bolero en la figura del Benny y Abilio Estévez, en la obra Tuyo es el reino significa una actuación del cantante en todas sus dimensiones.
También el cine lo siente suyo. Se dice que en el Distrito Federal de México se atesoran varios pies de películas con actuaciones suyas. Aunque sí hay constancia de la participación del Benny en 16 filmes, quince de ellos realizados en la tierra de Benito Juárez y una coproducción entre la nación azteca y Cuba.
Su vida tan controvertida fue expuesta en la película cubana titulada: El Benny, dirigida por Jorge Luis Sánchez y con el papel protagónico de Renny Arozarena.
Como la sinceridad fue una de sus condiciones existenciales, cualquier pieza que cantó, de su propia autoría o no, se concibió a su imagen y semejanza. Pero de todas, recuerdo aquella donde dice: “Yo soy guajiro, vivo en el monte, y tengo un sitio en la loma”.
Benny Moré murió el 19 de febrero de 1963 mientras actuaba para su público en uno de los salones cubanos. Al decir de este músico, sí fue profeta en su propia tierra.
Ante su pérdida, Nicolás Guillén expresó: “Los dioses mueren jóvenes. Pero lo seguimos teniendo con nosotros”.
En fechas como esta, suele aparecer su nombre en notas de efemérides. En definitiva, tiene un lugar en la bibliografía de amplia variedad genérica. Pero lo mejor es llevarlo en el corazón, para que Cuba vibre en cada cual como Benny Moré la sintió.