El 19 de abril de 1961 la zona de Playa Girón y Playa Larga era un hervidero de soldados, milicianos y pueblo en combate incesante frente a los enemigos de la patria que dos días antes habían desembarcado pensando en poner de rodillas a la Revolución Cubana.
Hacia la zona de la Ciénaga de zapata y sus alrededores se movilizaron miles de soldados y milicianos, mientras en el resto del país el pueblo se encargó de mantener en jaque a la contrarrevolución que no pudo plegarse a la traidora invasión en ningún punto de la geografía.
Las fuerzas mercenarias no fueron recibidas con vítores como le habían pronosticado los agentes de la CIA en sus entrenamientos. En lugar de bienvenida recibieron una respuesta firme sin precedentes, fue la respuesta de un pueblo resuelto a no volver al pasado de crímenes y oprobio.
Algo más de 60 horas demoró en desvanecerse la ilusión imperialista de rodar en nuestra tierra su guión de mentiras para engañar a la opinión internacional con un supuesto pueblo en espera del imperio “salvador”.
Las 5:30 de la tarde del 19 de abril fue testigo de la toma de Playa Girón, el último reducto hasta donde llegaron los mercenarios no en zafarrancho de combate, sino aterrorizados en una desbandada temblorosa y arrepentidos de haber puesto a prueba la decisión del pueblo.
Los amos del norte habían llevado hasta la última escena su guión macabro, siguiendo el más clásico libreto de Hollywood al escoger para la escena de terror un lugar prácticamente inaccesible por el predominio de la ciénaga con los alrededores plagados de cocodrilos en un pantano.
En aquel escenario quedaron más de 200 mercenarios como sacrificio tributado a la Agencia Central de Inteligencia y al Departamento de Estado Yanqui, patrocinadores de aquel proyecto fracasado. Los 1197 prisioneros que arrojó la contienda se sumaron también a la derrota y a la afrenta.
El pueblo de Cuba sufrió la pérdida de 160 de sus hijos caídos en el artero ataque, mientras otros 800 resultaron heridos en la batalla sin cuartel para los mercenarios traidores a su patria, vendidos al enemigo de los pueblos.
Fidel en su comunicado de aquel 19 de abril dejaba claro que la invasión fue derrotada en menos de 72 horas gracias a la combinación audaz del Ejército Rebelde, la Policía Nacional, las Milicias Nacionales Revolucionarias y un pueblo unido, organizado y decidido a darlo todo por la patria.
Girón quedó desde entonces como lección de dignidad para América y el mundo. Nunca antes el imperio norteamericano había sufrido tan vergonzosa derrota y mucho menos propinada por una pequeña isla en sus propias narices, derrota que tuvo que reconocer y por primera vez pagar por los daños ocasionados.
Girón demostró a los pueblos del mundo que no hay potencia capaz de rendir el coraje de un pueblo decidido; que el imperialismo no es invencible y que la unidad es un arma más poderosa que las bombas. No en vano se reconoce la batalla de Girón como la primera derrota del imperialismo en América y que después de esta lección ejemplar los pueblos de América fueron un poco más libre.
A 56 años de aquel hecho trascendental rendimos homenaje a los revolucionarios caídos en combate y a los que allí estuvieron dispuestos a ofrendar su vida en defensa de la Patria Socialista.