Este 26 de julio Cuba arriba al aniversario 70 de los sucesos acaecidos en igual fecha de 1953, en las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo, cuando un grupo de jóvenes decidió inscribir una nueva página de heroísmo en la Historia.
Aún el hecho estremece a los que fueron testigo de aquel acontecimiento que demostró la osadía y voluntad de una juventud plena de sueños, resuelta a un camino sin retroceso.
Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes no lograron sus objetivos cimeros pero marcaron el rumbo a la lucha definitiva por la liberación nacional.
Previo al asalto a la segunda mayor fortaleza del país, el cuartel Moncada, los asaltantes, reunidos en la Granjita Siboney, asumieron el compromiso con la patria de luchar por su libertad y así lo reflejaron en el Manifiesto concebido para esa acción.
Aquellos jóvenes, decidieron no dejar morir al maestro en el año de su centenario, decidieronaunar sus fuerzas para honrar con sacrificio y triunfo, el sueño irrealizado de Martí.
Siete décadas han transcurrido desde entonces. La historia no se olvida, está ahí y duele, duele todavía la mocedad que quedó inerte, duelen los anhelos de aquellos que se hicieron a un ideal al precio de sus vidas por el presente que hoy habitamos.
Hablar del 26 de julio, es también hacer un alto y meditar, no se trata de repetir lo que sucedió aquel día, se trata de pensar cada vez más cómo honrar a quienes sacrificaron todo por un sueño, ese que hoy vivimos las generaciones que llegamos después.
A 70 años de aquel acontecimiento, otras generaciones de cubanos empinan sus sueños e insisten en conquistar el futuro.
