¿Y mañana, qué?

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Los días que corren, parte de un año que ha sido tenso para todos, llevan en sí mismos huellas que mañana, ese futuro por llegar, serán historia.
El éxodo ha marcado al 2022. Una travesía emprendida por muchos, mayormente jóvenes estampa este año que casi culmina, en el que a diario una escucha en la calle, ¿Sabes quién se fue? o, ¿Sabes quién llegó?
La situación que atraviesa el país, crisis que nos ha golpeado y aún golpea, nos ha llevado a la lona una y otra vez, de la cual también nos hemos levantamos una y otra vez, cual pugilistas que se resisten a la derrota, porque ese término no forma parte de nuestro estilo.
Las carencias, las insuficientes opciones recreativas, los altos precios que pululan, los apagones han arremetido de la peor manera contra todos y de ellos muchos han decidido emprender la travesía tras sus sueños, mejoras económicas, otro nivel de vida.
Esa travesía que deja amargas desgarraduras en quienes logran cumplirla hasta el final de su meta y también sepulta los sueños de otros que no llegan, se inscribe en este año, marcando angustia y desesperación en la familia que queda de este lado tras la espera de la noticia diaria, tras el deseo infinito de que puedan “entregarse” en la frontera de México y luego emprender vuelo a Estados Unidos.
La travesía no es fácil, en ella va la esperanza de quienes la emprenden, van los anhelos de quienes una vez que lleguen al destino añorado, estarán dispuestos a trabajar en lo que sea, aun cuando no tenga que ver con su profesión, pero es parte de la historia que les corresponderá asumir para así convertir en realidad sus aspiraciones.
No critico a quien asuma la travesía, a quien desee cambiar su modo de vivir, a quien entre sus metas tenga vivir en otro país para conseguir sus sueños, sobrados ejemplos tenemos de cubanos que en otras tierras lograron éxitos pero, siguieron amando a Cuba y a los suyos.
Los días que corren en este diciembre que casi culmina, estremecen; una piensa en los que se han ido, en los que se van, en esa travesía y también aparecen interrogantes, ¿Y mañana qué? ¿Seguirán siendo los mismos?
Que habite siempre el amor, que no se tornen odiadores es también anhelo de los que deciden estar acá, la vida es esa escena que necesita cada vez más de la paz, de hombres y mujeres que decidan por el bien, por el amor y no por el odio.
Comprender a los otros, ponerse en el lugar de los otros, respetar, defender los sueños desde el entendimiento, el diálogo, desde la perspectiva de cultivar y no de destruir, pueden ser pautas a tomar en cuenta para que sea Cuba, ese fin de amor que siempre nos una.

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