Portadora de una sonrisa gentil capaz de cautivar, perseverante, preocupada por todo tema relacionado con la mujer, así recuerdo siempre a Vilma Espín Guillois, la presidenta de Honor de la Federación de Mujeres Cubanas
Desde que yo era una niña supe por mis maestras de su formación profesional como Ingeniera química, de su condición de miembro del Movimiento 26 de julio, integrante del Ejército Rebelde y después, tras el triunfo de la Revolución, Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Lo que más cautivó mi interés hacia esta extraordinaria cubana de estirpe mambisa, fue se desempeño en la organización de la Federación de Mujeres Cubanas la cual presidió desde 1965 hasta su muerte el 18 de junio de 2007
Tal parece que hubiera sido procreada para ejercer esta función pues sus ademanes mujeriles y su auténtica cubanía la hacían sobresalir en cualquier escenario donde el protagonismo femenino se hacía latente reclamando la incorporación de la mujer a la sociedad.
Para Vilma la ciudad de Santiago de Cuba su tierra natal, era cuna de rebelión, su casa fue uno de los refugios de los asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes durante la persecución que tuvo lugar tras aquel suceso.
Hoy su imagen se esculpe en el rostro de las educadoras de círculos infantiles, en las doctoras en ciencia, en las profesoras, en las campesinas, en las obreras y amas de c asa, en las tantas manos femeninas de este archipiélago antillano que prestan ayuda en otras latitudes.
Vilma está y estará siempre en cada impronta de la Revolución, en cada mujer que avance, en cada tarea cumplida, en la sonrisa y la voluntad de todos los que luchan por un mundo mejor, en quienes eternamente la reconocerán luchadora insurrecta y guía