Una infancia feliz

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En Cuba nos enorgullece el privilegio que gozan niñas y niños en esta sociedad cuyos derechos y libertades son obligatorias, por eso en cada rincón de esta isla, escuelas hasta con un solo infante de matrícula escolar abren sus puertas para llevarles la educación necesaria para su desarrollo.

Cuando ellos ingresan a la etapa escolar en cada uno de los centros estudiantiles están garantizados los materiales escolares y un claustro de maestros comprometidos con la educación de los pequeños. Algo similar ocurre con el Sistema de Salud, donde su atención es esmerada y privilegiada.

Desde el primero de enero de 1959, la infancia en la Mayor de las Antillas se convirtió en uno de los sectores poblacionales más sensibles, por constituir el futuro de una sociedad; se acabaron los abusos y el trabajar para ayudar a la familia, ahora su deber fundamental es vivir con alegría, salud y por supuesto estudiar para convertirse en los hombres y mujeres nuevos que pensó Martí.

A la par la realidad cubana va la de muchas naciones de nuestro planeta en las que la vida de los infantes es muy diferente; sufren de abusos y explotación, desde muy temprana edad salen a las calles a buscar el sustento, padecen enfermedades y no tienen derecho a la educación, por lo que prematuramente se convierten en víctimas.

Por esta razón en el año 2000 se designó el 19 de noviembre como el Día Mundial para la Prevención del Abuso contra los Niños, una efeméride donde se evidencia el problema de los abusos a la infancia y se establecen acciones urgentes. Esta es una fecha propicia también para llamar la atención a quienes tienen la responsabilidad de la guarda y cuidado de los infantes.

Este 19 de noviembre, en Cuba será un día como otro cualquiera en el que niños y niñas, como de costumbre, vivirán a plenitud y con alegría, por la certeza que propicia la garantía de vivir en tierra libre.

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