No es la primera vez que escribo sobre él, tal vez porque soy de las que nunca olvida los inicios en la profesión que elegí, y porque fue de las primeras personas que extendió su mano para ayudarme.
Hace mucho rato que él perdió su nombre, y basta decir Pueblo y todos reconocen a Lázaro Silva Ochandía, maestro de profesión, locutor por decisión y reportero por vocación.
El amor al trabajo ha sido una constante para este hombre radio como muchos le llaman. Lázaro inundaba todos los espacios informativos y de la programación variada de la emisora Radio Cadena Habana, y así de las emisoras territoriales de la otrora provincia de La Habana, además de tributar para Radio Reloj.
Siempre depara una sonrisa, y su risa peculiar, contagia a quienes le rodean; Pueblo, es siempre el inicio de su saludo, de ahí que identificarle de ese modo es parte de la realidad del gremio, que aunque está jubilado distingue su buen hacer y esa hoja de servicio por llamarle de algún modo, que revela al trabajador incansable, respetuoso, comprometido y cabal que es.
A las puertas del Día Internacional de la Clase Obrera, elijo hablar de quien es referencia y símbolo para la prensa en Mayabeque; no se trata del que más premios atesora, del que lleva consigo un robusto currículo que abriga maestrías, diplomados, conferencias, talleres y otros acontecimientos importantes.
Se trata de la persona que no ha tenido fechas ni horarios para estar y hacer, se trata del reportero que visibilizó al municipio Batabanó, que estuvo siempre tras la noticia, se trata de ese maestro que siempre nos recibe con la misma alegría, con la voluntad infinita de compartir sus vivencias, esas que hoy ante el avance de la tecnología, resulta distante, pero es parte de nuestra historia.
Gracias Pueblo, por estar ahí, por ser quien eres, gracias por cuánto has entregado al Periodismo y a todos los que nos hemos sentido también de algún modo, tus alumnos.