Cuando se hable de mujeres valerosas hay que mencionar sin duda alguna a Vilma Lucila Espín Guillois; este es el nombre completo pero, para todos los cubanos es simplemente VILMA.
Esta hija de Cuba fue una notable combatiente clandestina bajo las órdenes de Frank País en especial durante el alzamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba. Se unió al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra cuando su vida corrió extremo peligro en la insurrección urbana.
Ingeniera química, cumplió funciones en el ejercicio de esa profesión y a partir de 1959, fue conductora principal de las acciones políticas y estatales para materializar el acceso pleno de la mujer cubana a sus derechos.
En mi opinión fueron sus mejores cualidades el apego a la justicia, a la honradez, a la honestidad, a la verdad, que constituyen la base de su personalidad, de su manera de ver y enfrentar la vida.
Considero además que su elegancia en el vestir, la hacía más atrayente… Modesta, es la palabra que la caracterizaba, a pesar de pertenecer a familia acomodada y con automóvil, llegaba a la Universidad de Oriente todos los días en ómnibus.
Sentía gran amor por los niños y su apoyo a la mujer cubana fue decisivo para fomentar el trabajo de la Federación de Mujeres Cubanas de cuya membresía fue líder hasta la hora de su muerte.
Nunca la olvidaremos porque gracias a sus esfuerzos hoy las mujeres somos más independientes; su objetivo se ve claramente cumplido en los cientos de hogares cubanos, en los círculos infantiles, en las instituciones científicas, en la agricultura y en todas y cada una de las esferas sociales.