¿Que sin música no hay fiesta?

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Si bien la música constituye una de las manifestaciones del arte que gusta a todos y es necesaria para el acervo cultural y espiritual de las personas, también lo son las otras artes. 

Se ha ido enraizando ¡y de qué manera! eso de que sin música no hay fiesta, y no es así. Puede estar presente por sí sola o junto la danza, el teatro, las artes plásticas, el baile y convivir en perfecta armonía. 

Lamentablemente, muchos organizadores de fiestas o ferias agropecuarias, por citar algunos ejemplos, centran su atención en las orquestas y otras agrupaciones musicales para complacer las exigencias de tales eventos y a quienes acuden a ellas solo para divertirse. 

Sin embargo, hay otras opciones en la provincia que pueden contribuir además a la elevación de la cultura general, gustar y entretener, si tienen calidad y se organizan bien. Mención aparte quiero hacer a las tradiciones, que son notables y constituyen identidad de Mayabeque. 

Entre ellas figuran los platos típicos; es inconcebible una feria agropecuaria dominical o una fiesta popular en Quivicán sin su Hayaca, en Catalina de Güines sin la Butifarra, en Melena del Sur sin su Mollete o en Batabanó sin la Paella; sin embargo faltan y no siempre por razones de carácter material, sino por falta de previsión y voluntad. 

También tienen poco espacio las artes manuales, sobre todo las que encierran el conocimiento y las tradiciones populares; esas factibles de elaborar con la naturaleza muerta y otros materiales locales al alcance de los artesanos. 

Pero volviendo al dicho de que sin música no hay fiesta, debo recordar que hay músicas y músicas, y lamentablemente, se escuchan temas sin un ápice de cultura que asombran y deben preocupar mucho más a quienes tienen la misión y el deber de no permitirlas, dada sus letras que tanto desfavorecen el idioma y en ocasiones lo agreden al utilizar la chabacanería. 

No todos los reguetones son malos, ni toda la música tradicional es buena. Pero cuando una y otra no sirven… ¡es insoportable! , incluso aún si es buena en el mejor sentido de la palabra, también puede cansar en un momento dado, sobre todo cuando se escucha con un volumen más allá de lo permisible al oído humano.

Lo importante es ofrecer un espectáculo cultural bueno, con la mayor calidad posible, con mayor énfasis en las tradiciones y costumbres, en los talentos y recursos locales sin descartar, desde luego, a una agrupación de primer nivel cuando sea factible; todo puede armonizar perfectamente y desterrar el dicho de que “Sin Música, no hay fiesta”.

 

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