La valiente colaboradora de Frank País en la clandestinidad, la amiga inquebrantable de Fidel, la compañera en la vida de Raúl, se entregó por completo a su trabajo; primero dentro de las filas del Movimiento 26 de Julio, después como fundadora del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Describir su huella o caracterizar su obra es una tarea fácil y difícil a la vez. Fácil porque todos los cubanos sabemos cuánto hizo por la Revolución, en especial por las mujeres y los niños; y difícil porque le fue necesario sumar voluntades para cumplir cada tarea, proponer ideas, materializar sueños, dirigir, organizar y apoyar donde su presencia hiciera falta.
Siempre con una sonrisa para transmitir seguridad y ecuanimidad ante los retos más grandes. Siempre con su voz delicada y firme para reclamar un papel activo e igualitario de la mujer dentro de la sociedad.
Hoy, Vilma no nos acompaña físicamente, pero su semilla de inigualable coraje germina en cada mujer de esta tierra antillana que desde su hacer contribuye a la obra infinita de la Revolución.